- Que los viajeros que se alojen en la Alquería de Morayma sientan que están verdaderamente en la comarca de Alpujarra y en Sierra Nevada; descubriendo en este lugar los perfiles arquitectónicos, los detalles decorativos y las propias características constructivas de la arquitectura tradicional de la Comarca, y sobretodo, apreciando en este entorno de montaña su medio natural.En la Alquería de Morayma se podrá encontrar, lejos de habitaciones estandarizadas, un encanto particular en cada espacio, rincones singulares y estancias con una personalidad única.
- Que los clientes encuentren un alojamiento rural relacionado con su entorno, que se produzca un intercambio entre cada participante y la propia naturaleza.Si los árboles frutales que más predominan en esta comarca de la Alpujarra son el almendro, las higueras, los olivos y los viñedos, la propia finca de la Alquería ofrece sus servicios para que no se abandone la tierra y obtiene a cambio sus frutos, que a la vez se ofrecen a los que aquí se hospedan. Así mismo, se anima al viajero, con guías interpretativas y paseos temáticos, a tener el máximo contacto con toda esta naturaleza que nos rodea.
- Se pretende que los participantes, a través del vino de la Alquería, ‘saboreen’ la dureza y a la vez la maravillosa plenitud de esta comarca. El alcohol transmite y conserva las propiedades que le acompañan, se busca que se beba sin un ‘consumir’, si no como un sentir lo que nos ofrece esta Comarca.Igualmente, cuando los almendros y las higueras tienen su fruto ya maduro en el árbol, se les entrega a los clientes bolsas para que recolecten almendras y higos para su disfrute.
- Que los participantes dejen atrás sus posibles preocupaciones.
Gracias a la ayuda de esta apertura de paisaje, a la tranquilidad del lugar y a un silencio asombroso que puedan ir abriéndose a una sensación más plena, menos limitada y más ralentizada, produciéndose con esa parada la posibilidad en el participante de una escucha que le permitirá disfrutar, comprenderse y en definitiva saborear de una forma más alegre su vida.
- Que los niños puedan tener un despliegue de imaginación, desarrollándola con actividades relacionadas con la naturaleza y con el medio rural. Creando cabañas, comunicándose con los animales de la granja, corriendo entre los árboles… Y, en definitiva, jugando, como siempre se había hecho, en el campo.
- Que se aproveche un espacio donde, además de poder disfrutar con la comida y el dormir, el participante logre desarrollar su faceta más creativa y personal. Donde se puede fraguar cualquier idea, en un ambiente acogedor, amplio y lleno de recursos.