1. Que los viajeros que se alojen en la Alquería de Morayma sientan que están verdaderamente en la comarca de Alpujarra y en Sierra Nevada; descubriendo en este lugar los perfiles arquitectónicos, los detalles decorativos y las propias características constructivas de la arquitectura tradicional de la Comarca, y sobretodo, apreciando en este entorno de montaña su medio natural.En la Alquería de Morayma se podrá encontrar, lejos de habitaciones estandarizadas, un encanto particular en cada espacio, rincones singulares y estancias con una personalidad única.

  2. Que los clientes encuentren un alojamiento rural relacionado con su entorno, que se produzca un intercambio entre cada participante y la propia naturaleza.Si los árboles frutales que más predominan en esta comarca de la Alpujarra son el almendro, las higueras, los olivos y los viñedos, la propia finca de la Alquería ofrece sus servicios para que no se abandone la tierra y obtiene a cambio sus frutos, que a la vez se ofrecen a los que aquí se hospedan. Así mismo, se anima al viajero, con guías interpretativas y paseos temáticos, a tener el máximo contacto con toda esta naturaleza que nos rodea.

  3. Se pretende que los participantes, a través del vino de la Alquería, ‘saboreen’ la dureza y a la vez la  maravillosa plenitud de esta comarca. El alcohol transmite y conserva las propiedades que le acompañan, se busca que se beba sin un ‘consumir’, si no como un sentir lo que nos ofrece esta Comarca.Igualmente, cuando los almendros y las higueras tienen su fruto ya maduro en el árbol, se les entrega a los clientes bolsas para que recolecten almendras y higos para su disfrute.

  4. Que los participantes dejen atrás sus posibles preocupaciones.
    Gracias a la ayuda de esta apertura de paisaje, a la tranquilidad del lugar y a un silencio asombroso que  puedan ir abriéndose a una sensación más plena, menos limitada y más ralentizada, produciéndose con esa parada la posibilidad en el participante de una escucha que le permitirá disfrutar, comprenderse y en definitiva saborear de una forma más alegre su vida.


  5. Que los niños puedan tener un despliegue de imaginación, desarrollándola con actividades relacionadas con la naturaleza y con el medio rural. Creando cabañas, comunicándose con los animales de la granja, corriendo entre los árboles… Y, en definitiva,  jugando, como siempre se había hecho, en el campo.

  6. Que se aproveche un espacio donde, además de poder disfrutar con la comida y el dormir, el participante logre desarrollar su faceta más creativa y personal. Donde se puede fraguar cualquier idea, en un ambiente acogedor, amplio y lleno de recursos.