Sendero Local “Las acequias de la Alquería” SL-A 49

Tiempo: 1h.  Distancia: 2 Km.  Desnivel: 75 m.   Señalizado con rayas blancas y verdes.

El sendero sale enfrente del pintoresco edificio donde se encuentra el lagar y la almazara en el centro agroturístico Alquería de Morayma, justo en donde también se hallan sus alojamientos de las Flores y de la Bodega.

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Muchas de las plantas que florecen en el campo, son representadas en bonitas imágenes, plasmadas dentro del edificio de la bodega. En el lagar se aprecian unos 50 azulejos de plantas medicinales, aromáticas y culinarias que aparecen en la propia finca y por los alrededores de la Alquería de Morayma. Muestran estos azulejos las distintas plantas que se distinguen en este recorrido como el cantueso, hinojo, tomillo, ajoporro, llantén… y arbustos, incluso con fama de sagrados, como el espino albar (majoleto), y el serval.

Delante de este edificio, el sendero cruza una balsa, toma la parata que sube y va transcurriendo esta primera parte de la ruta entre lomas de almendros y barranquillos de encinas. Muchos de estos árboles se encuentran adornados por bellos líquenes en su tronco, dándole un colorido especial. Le van acompañando las hermosas flores del rosal silvestre (o sus rojos frutos de ‘tapaculos’), la amorosa madreselva y la rubia (rubia peregrina), una de las lianas más comunes del bosque mediterráneo.

Desemboca esta parata a una loma abierta por la que transcurre el sendero subiendo unos 50 m. para continuar por la parata de la derecha. Por ella va adentrándose en un hermoso barranco: primero lo recorre descendiendo por su margen derecha, debajo de numerosas encinas y mostrando también un aladierno (árbol que suele acompañar a los encinares) y algunos sauces; más abajo cruza al otro margen justo debajo de la sombra de un serval.

Al salir del encinar aparece a la orilla izquierda un antiguo plantel de almendros, si lo recorremos entre febrero y marzo nos sorprenderá un amplio manto de narcisos blancos (Narcisus cantabriun) junto al bosquecillo de fresnos. Y a la derecha surgen, entre abril y mayo, la orquídea de flores blancas, la “Cephalanthera longifolia”.

En este camino aparecen varias madrigueras y, en un claro, entre paratas de olivos, un cortijillo. Un cortijo de aperos a ultranza: de sus dos cuartillos uno de ellos con chimenea y el otro para los mulos. Desde la puerta del cortijo la senda baja entre jaras hasta la acequia. Un pequeño puentecillo cruza su cauce presidido por un alto almez. Toma a la derecha, para remontar por la senda que va acompañando a la encantadora acequia, toda rodeada de fresnos, moreros y almeces.

A la derecha de la acequia discurre la finca de la Alquería con una vegetación típica de bosque mediterráneo, a la izquierda las choperas acompañan al cauce del río Cádiar. Las olorosas violetas y las tóxicas emborrachacabras le dan un especial matiz al camino.

La acequia de los Tomeses desemboca en la vereda que sube desde el río a la Alquería Morayma. Toma por esta senda a la derecha y tras remontar un hermoso desnivel, que pasando junto a las paratas de olivos y dejando a la izquierda primero una casa y luego la granja de la Alquería, llega a su lugar de partida.


Itinerario nº 1 a Lobras, Tímar y Juviles.

Itinerario por la vertiente sur del río Guadalfeo que va recorriendo pequeños pueblos y aldeas alpujarreñas poco conocidas. Se llega primero, desde la Loma Cayón y la Rambla de Albayar, hasta el pueblo de Lobras (circuito, ida y vuelta a la Alquería, de 4 horas). Desde allí está cerca Tímar (2 h. más por la acequia de los castaños, ida y vuelta). Y, algo más alto Juviles (2 h. más, pasando por el fuerte).


Itinerario nº 2 Cádiar, Narila, Los Bérchules

Cádiar es el pueblo más cercano de la Alquería de Morayma, llegamos tras un paseo de 1/2 h. entre las huertas siguiendo el curso del río Cádiar. En seguida está Narila, que es una belleza, como aldea que conserva toda la arquitectura alpujarreña. Encima se encuentra su agua Agria, allí se deja el río para subir al ‘vergel’ de Los Bérchules.


Itinerario nº 3 La Contraviesa

Sendero (PR-32) que trascurre por la Sierra de la Contraviesa, con vistas a Sierra Nevada (y todas sus cumbres más altas) y al mar Mediterraneo. Sube por la cañada real ‘Cuesta de la Guitarra’ hasta llegar a la cortijada de la Rambla del Banco y las bodegas Barranco. Y baja por el barranco del Agua.


Itinerarios por la Alpujarra y la Sierra Nevada

RECORRIENDO LA ALPUJARRA

La Alpujarra ha heredado una extensa red de comunicaciones pecuarias. La maraña de veredas que la atraviesan en todas las direcciones se fueron creando con el paso del tiempo para desplazarse y así ir aprovechando los distintos recursos que ofrece la naturaleza; entretanto se desarrollaba en esta comarca la actividad agrícola, ganadera, minera, hídrica, con el consiguiente intercambio de productos y la comunicación entre pueblos y cortijos, etc. Y así actualmente nos encontramos sendas que van entrelazándose entre cualquier núcleo de población.

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Además esta zona cuenta con unas características especiales que invita a recorrerla a pié, como:

EL CLIMA

La climatología es benigna generalmente. Si no subimos a las altas cumbres de Sierra Nevada, o por el contrario andamos bajo el sol de mediodía en verano en sus zonas más meridionales, las temperaturas son suaves. Un calzado adecuado y una ropa cómoda serán suficientes. Las distintas estaciones influyen sobre la vegetación, la agricultura y especialmente sobre la apreciación del paisaje. Por eso es hermoso realizar un mismo sendero en las distintas épocas del año. La Alpujarra es nombrada por sus colores de otoño, sus luces de invierno y sus grandes contrastes.

SU VALOR PAISAJÍSTICO

Su flora de extraordinaria importancia, su tradición agrícola, su fauna de gran diversidad. Su enorme variedad y complejidad.

La Alpujarra, al ser tan montañosa y con un amplio patrimonio cultural, cuenta con unas posibilidades exquisitas para el senderismo. Podemos ir recorriendo sus numerosas veredas en busca de ese paisaje, esa tranquilidad, esa forma de vida y, por qué no, ese descubrimiento personal.

Hemos trazado en esta página distintos senderos que atraviesan la Alpujarra, cruzan profundos barrancos llenos de castaños, fresnos y ríos trucheros, pasan por eras, antiguos molinos y mezquitas, recorren veredas empedradas y caminos reales.

Proponemos realizar los senderos sin reparar en el tiempo, sin aferrarse a los que aquí mencionamos (realizado de forma cronométrica), sino más tranquilamente, y así ir sintiendo y descubriendo personalmente los rincones de esta zona. De esta forma damos pié a poder conocer y apreciar las labores agrarias, artesanales y folclóricas. Para algunos primarias, para otros ya olvidadas y para otros desconocidas.

Se invita, en resumidas cuentas, a que la visita por la Alpujarra no sea únicamente un viaje en coche, del que se sale solo para ir al restaurante; sino a pasear con el placer añadido de poder apreciar los rincones naturales y rurales que nos ofrece esta comarca.

Con esta dedicación se consigue una mayor percepción de la Alpujarra, tomando conciencia de los problemas rurales existentes. Se conoce y, en definitiva se valora todo este conjunto de tradiciones heredadas y conservadas aún durante tantos siglos.

EL AGUA

El agua es el elemento que va sorprendiendo a lo largo de los distintos sendero. La escasez de lluvia – el sol brilla más de 250 días al año- se compensa con los regalos que ofrece Sierra Nevada a esta vertiente sur: un pantano de nieve que riega constantemente y una altitud que hace sentir frescas las brisas veraniegas. Esto nos lo muestra Washington Irving en sus “Cuentos de la Alhambra”: “Este es el aéreo tesoro de nieve que, derritiéndose en proporción con el aumento de temperatura del estío, deja correr arroyos y riachuelos por todos los valles y gargantas de las Alpujarras, difundiendo vegetación, fertilidad y hermosa verdura de esmeralda por una prolongada cadena de numerosos y encantadores valles”.

Una de las costumbres que se están perdiendo en el deshielo son “los careos”. Se trata de una forma de aprovechar las aguas que descienden por el río para alimentar a los acuíferos. Las acequias de careos se cargan de agua en los tramos altos de los ríos para soltarla después en las laderas de la sierra, ayudando a su filtración. Gracias a estos careos y a las filtraciones del resto de las acequias, los numerosos pequeños manantiales que existen, no se secan durante el verano. Aunque ya no ocurre así porque progresivamente se va abandonando la agricultura y estos sistemas de riego.

Fue en el máximo esplendor de la época musulmana, en los siglos XIV Y XV, cuando se desarrolló un intrincado sistema de canalización y acequias. Su procedencia de tierras desérticas le hicieron valorar y aprovechar ingeniosamente el agua. Este sistema de riego iba acompañado con un abancalamiento del terreno.

Una de las aguas que destacan y que se verán en algunos itinerarios son las conocidas popularmente como aguas agrias. Aquí se mencionan cinco pueblos que cuentan con esas fuentes ferruginosas típicas en la Alpujarra, la más cercana de la Alquería de Morayma es la agua agria de Narila (a 5 Km).

De sus propiedades ya nos hablaba José Guglieri, en su libro “Los Alpes alpujarreños” (1.946) defendiendo que “Con las aguas agrias del Chorreón, el jamón de Trevélez y el aire puro de la Sierra pueden estar seguros los anémicos, cloróticos, débiles, convalecientes, etc., etc., que sus males habrán de desaparecer forzosamente”. Podemos afirmar que el beneficio será aún mayor, si a este baño de salud le acompaña un paseo por algún rincón de los senderos que recorren la Alpujarra.

Así, además podemos ir conociendo de cerca la vida rural alpujarreña, sus costumbres, tradiciones, arquitectura, agricultura; y disfrutar de ese entorno natural, de ese impresionante paisaje, pintoresco, variado y lleno de colores.


Rutas y Paseos recomendados desde la Alquería de Morayma

1. Al Agua Ágria de Narila Por las huertas del río Cádiar.

Subiremos por el curso del río y bajaremos por sus acequias, conociendo los pueblos alpujarreños de Cádiar y Narila.

Alquería de Morayma, Río Cádiar, Cádiar, Agua Agria, Narila, Cádiar, Acequia de los Lobreros, Alquería Morayma.

Distancia: 9 Km.

Tiempo aproximado: 3 horas.

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2. A la Junta de los Ríos Por la Alpujarra alta.

Podemos subir en coche hasta Los Bérchules y desde allí andando a la Junta de los Ríos, o si se prefiere una ruta más larga nos acercaremos desde la Alquería andando por el río hasta Alcútar y Bérchules (ver GR-7).

Alquería Morayma, Río Guadalfeo, Rambla, Pista Tímar-Cádiar,Vereda de Alcútar, Alcútar, Bérchules, Agua Agria, Narila, Río Cádiar y Alquería de Morayma.

Distancia: 13 Km. desde la Alquería de Morayma.

Tiempo aproximado: 4 horas desde la Alquería, +1 hora ida y otra vuelta el ir a la Junta de los Ríos desde Los Bérchules.

3. A Lobras Recorriendo antiguos caminos que unen a pequeños pueblos y cortijadas.

Iremos a un pequeño pueblo, casi aldea, poco conocido. Entre lomas y con buenas vistas y recorriendo ramblas.

Alquería Morayma, Venta de la Mora, Rambla de Albayar, Cjo Fausto, Lobras, Loma Cayón, Cerro Alminar, Alquería Morayma.

Distancia: 10 Km

Tiempo aproximado: 3-4 horas.

Este sendero trascurre por el GR-7 y GR-142.

4. A los cortijos de la rambla de Cámara Por la cara norte de la Contraviesa.

Subiremos desde el río Guadalfeo por una rambla con agua que nos llevará en su nacimiento a la parte alta de la Contraviesa (1.200 metros), allí recorreremos sus cortijadas y sus bodegas, entre almendros, viñedos e higueras, y volveremos por otra de sus ramblas y por la famosa vereda de la Guitarra.

Alquería Morayma, Río Cádiar, Cortijo de Belumar, Rambla y cortijo del Lagarto, Vereda de la Contraviesa, Los Morones, Barranco Oscuro, Bodega Barranco, Rambla del Banco, Cortijo de la Pizarra, Barranco de los Curas, Rambla del Agua, Cuesta de la Guitarra, Alquería Morayma.

Distancia : 16 Km.

Tiempo aproximado: 6 horas.

Este sendero va marcado (con las señales blancas y amarillas) como un Pequeño Sendero , es el PR- 32, y hace como dos bucles (como un 8), por lo que se puede hacer solo un trozo de él.

5. A Jorayrátar Hacia el levante.

Recorreremos antiguas cañadas reales y ramblas que, por su erosión y vegetación, nos recordará a la zona erosionada de Almería.

Alquería Morayma, Rambla del Portel, Rambla del Repenil, Cjo de la Noria, Arroyo Jorayrátar ,Jorayrátar, Cortijo del Monte, Cortijo del Frasquito, Cuesta Guitarra, Alquería de Morayma.

Distancia: 16 Km.

Tiempo aproximado: 6 horas.

Este Sendero recorre el GR-142 desde la Alquería de Morayma hasta el pueblo de Jorayrátar y vuelve por la loma de los Arévalos.


Ruta de la Solana del Guadalfeo

La cabecera del río Guadalfeo se alimenta fundamentalmente de las aguas que le va proporcionando la cara sur de Sierra Nevada. A su paso ha ido formando de oeste a este un valle diferenciando Sierra Nevada de la Contraviesa. Nace entre el Cerro del Gallo (2.913 m.) y el Peñón del Puerto (2.758 m.). Primero se le conoce como río Grande y río Chico de los Bérchules. Más abajo, a su paso por el pueblo de Cádiar y por la Alquería de Morayma, se le llama río Cadiar y al juntarse con el río Trevélez y río Poqueira, río Guadalfeo.

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En su cara sur están ubicados una serie de pueblos como son Cástaras, Notáez, Nieles, Tímar, Lobras, que al contar apenas con 200 habitantes y por no encontrarse junto a la carretera comarcal, son menos conocidos, aunque sí anteriormente quizás por sus telares y bordados.

Efectivamente, para llegar es necesario desviarse de las carreteras generales e ir directamente hacia ellos. Hemos trazado esta ruta, aprovechando estos caminos de mulos, ya en desuso, que se utilizaban para comunicarse entre los cortijos y los pueblos.

Son veredas que cruzan el actualmente caudaloso río Guadalfeo y la rambla de Albayar. Que recorren bancales, huertas, acequias, viñedos y nos adentran en esos pueblos casi aldeas, situados en las faldas de Sierra Nevada.

En ellas, si nos interesan las plantas medicinales, la mejorana, el tomillo, el cantueso y el romero están por todo el camino. Si nos gusta hacernos una tortilla o una ensalada con plantas silvestres, las cerrajas, collejas y ajos porros, en la primavera será el momento de aprovecharlas. Y en otoño de recoger sus frutos (de frambuesas, higos, almendras, nueces, moras, uvas etc.). Si nos interesamos por un paisaje especial, inusual y enormemente desconocido, la visión de esta Alpujarra y Contraviesa, de estas montañas adornadas de pueblos, rodeados de huertas y arbolado, son únicas por su entorno y vivas por su agricultura.

Salimos por la mañana del centro agroturístico Alquería de Morayma, situado a 2 km. del pueblo de Cádiar. Desde aquí vemos justo en frente Lobras, el primer pueblo al que nos dirigimos. Pero para llegar a él tendremos que pasar por un par de barrancos. Bajamos 5 minutos y ya nos encontramos con el esplendor de la vegetación que acompaña al valle. Para cruzar el río, tenemos que remontarlo en dirección Cádiar, escuchando su ruido torrencial, el canto de los pájaros que los habitan y de ranas de alguno de los estanque que se ha formado al margen del río, para llegar después de otros 5 minutos, a unos troncos puestos sobre él que nos sirven de puente.

Después de cruzarlo seguimos río abajo (pero pegados a la derecha) por un camino que se va alejando del torrente y que tras pasar por una fuente camuflada, nos lleva al cortijo “La Venta Mora”, este, por llevar los últimos años deshabitado, se encuentra semiderruido. De él sale una vereda que transcurre por las faldas del valle Guadalfeo y va acompañando la acequia del Arenal.

A los pocos minutos dejamos la vereda que acompaña la acequia para subirnos, ya con menos verdor, entre aulagas, pitas y retamas. Volvemos la cabeza para divisar, ya desde arriba, el cauce del río. Cruzamos un manto de launa, reconocemos esta tierra arcillosa, que se utiliza como aislante e impermeabilizante en los tejados planos de las casas alpujarreñas, por su color grisáceo-azulado. Encima sobre unos peñones se suelen posar las palomas torcaces y debajo, bajo las rocas, salen alguna lagartija que cruzan rápidamente la vereda.

Al llegar a la Loma de Martín Alonso, el paisaje es único; Lobras, Tímar y Juviles descansan sobre las faldas del Peñabón. Una visión especialmente limpia, tenemos en frente pueblos rodeados de montañas, aquí nos llega algún ruido de niños y de campanas que acompaña al del canto de los pájaros.

Cruzamos la loma para bajar, primero entre higueras y viñas y luego entre matorrales, por la cuesta de Cádiar, a la Rambla de Albayar que, aun sin ser río, puede llevar agua. La seguimos cañada abajo durante unos 100 m. para subir a la derecha, junto a las ruinas del cortijo Fausto, por la vereda de la cuesta del Tejar, a Lobras. Salimos justo a la era de los LLanos, donde está ya la carretera rodeada de huertas y empiezan las casas del pueblo.

Una vez recorridas sus calles, mas arriba de la fuente del lavadero y a la izquierda de unas balsas, abandonamos el asfalto para tomar una vereda que va entre encinas, almendros y fresnos. Acompañamos durante un tramo la acequia de Lobras. Y nos vamos acercando a la aldeilla de Tímar. Antes de llegar cruzaremos el Barranco y otra franja de launa y nos subiremos hacia el pueblo.

Hemos llegado a la era del albercón, dejamos a la derecha el camino que lleva al cementerio y al pueblo y tomamos uno que entrevemos entre las abandonadas minas de mercurio y nos introduce en un bosque de calizas. La calzada de la vereda y los muros de los balates y acequias y mas tarde la edificación del pueblo, la veremos construidas con esas hermosas piedras amarillentas.

Más arriba cruzamos un precioso arroyo cubierto de fresnos, todo el camino va debajo y rodeado de unos espléndidos tajos. Al salir de ellos nos encontramos con una encina y un almez que surgen de la roca, desde aquí, podemos desviarnos a la derecha unos veinte metros para sorprendernos con la Huella del Gigante: Un enorme peñón aislado, con sus pies cubiertos de plantas medicinales cultivadas. Justo encima tenemos el pueblo de Juviles.

Este fue cabecera de partido de todos los pueblos de alrededores y de gran importancia en la época árabe, en la actualidad tiene 200 habitantes. Un buen lugar para comer.

Salimos del pueblo, por la carretera dirección a Bérchules, junto al secadero de jamones, y cogemos el camino que sale de la calle de las Escuelas. Primero por una pista bajamos al barranco de la Umbría, lo cruzamos y tras subir una cuesta, ya el camino mas estrecho, tenemos la posibilidad de, dejando a la izquierda nuestra vereda, acercarnos al cerro que nos corona: El Fuerte. Aparte de las ruinas de su antigua fortaleza y su aljibe mozárabe, llama especialmente la atención el poder contemplar la panorámica de al Sur toda la cara norte de la Contraviesa, con el Cerrajón al fondo, la Sierra de Gador y la de Lújar, y al Norte toda las estribaciones de la Sierra Nevada.

Volvemos al camino que antes dejamos y ya transcurre, se escabulle, por encima del Tajo del Águila. El pueblo está cerca. Lo vemos desde arriba: tejados planos cubiertos de launa, excepto la Iglesia que se cubre de teja.

Tímar es digna de saborear sus calles aún siendo pocas, sus arcos árabes y su conservada arquitectura popular.

Durante 10 minutos andamos por la carretera para dejarla en un cruce que a la derecha sigue la carretera a Lobras (20′) y a la izquierda a Cádiar (35′). En esta bifurcación, justo encima del camino de la izquierda, está la vereda que nos lleva a Alcútar. Ascendemos la loma rodeados de genistas (en mayo tiene que verse esta amarilla), hasta llegar a una pequeña pista que tomamos a la izquierda y esta nos conducirá a otra pista principal que la seguiremos a la derecha.

Pasamos encima del cortijo del Ciprés. Tiene en su puerta una enorme morera y una fuente y detrás se entreve numerosos frutales variados. Mas abajo tomamos una senda que sale en una curva pronunciada que hace la pista. Por esta atravesamos un riachuelo y subimos entre frutales al cortijo Fraile. A el llega una pista que la seguimos a la izquierda y enseguida se junta, junto a unos chopos, con otro ramal principal y aquí volvemos a continuar a la izquierda. Subimos por el camino escuchando el ruido del agua. Una acequia nos va acompañando a un lado y otro. A nuestra derecha tenemos la fuente del halcón y un conjunto de casas que se destinan para el uso de alojamiento.

Dejamos la pista cuando nos encontramos con el cortijo semiderruido del Majuelo. Tenemos unos plátanos de paseo a un lado y al otro, encima, una era con hermosas vistas. Seguimos a la derecha viendo ya enfrente a Alcútar, delante de Bérchules.

Cuando el pequeño camino empieza a bajar lo dejamos para seguir hacia adelante por la vereda. A esta zona se le conoce como los LLanillos. Y el camino que vamos realizando, la vereda de la escalona (quizás por lo escalonado del terreno).

Cruzamos el barranco del Cairo y enseguida llegamos a la primera casa del pueblo de Alcutar. Podemos o entrar por esta a él, o bordear por la vereda que sale a la derecha y nos lleva, entre cerezos, nogales, almendros y olivos al barrio bajo del Churre. En este barrio parece que no ha pasado el tiempo, conserva su tipismo.

Al pasar una fuente que tiene debajo su lavadero y las últimas casas, empezamos a bajar por la cuesta de Narila. Tenemos un bonito descenso de mas de 200 metros de desnivel hasta llegar al río. Lo cruzamos y nos encontramos con un camino. Podemos desviarnos a la izquierda durante unos cinco minutos para subir por él a Agua Agria, una fuente de agua ferruginosa.

Enseguida este camino nos llevará a Narila. Pasamos por la casa de Abén Humeya y salimos a la plaza del pueblo donde está situada su iglesia mudéjar. Desde aquí bajamos al río.

Proseguimos el cauce del valle por su margen izquierda, hasta llegar a una pequeña balsa, donde una vereda nos adentrará en Cádiar, justo en el barrio del Prado. Cádiar es la población de mayor número de habitantes de esta zona.

Desde la fuente del Prado seguimos río abajo entre huertas regadas por sus aguas, unos 15′, para volver a situarnos en el lugar justo donde cruzamos el río esta mañana. Ya solo nos queda el pequeño repecho para volver a la Alquería.


Grandes Senderos: GR-142 y GR-7

La Alpujarra valle a valle

Dos grandes senderos atraviesan la cara Sur de Sierra Nevada recorriendo numerosos pueblos alpujarreños y pasando por las inmediaciones de la Alquería de Morayma: el GR-7 que entra a la Alpujarra por el puerto de la Ragua, va cruzando los pueblos de mayor altitud y se va dirigiendo hacia el occidente (1), y el GR-142 “Senda Alpujarra” que algo más al sur va recorriendo gran parte de la Alpujarra atravesando la provincia de Granada y Almería, para cruzar la Sierra Nevada hacia el norte cuando esta se convierte por su altitud más accesible. También discurren otros senderos de pequeño recorrido: el PR-25 que une ambos GRs juntando el pueblo de Cádiar por una vereda con el de Mecina Bombarón y el PR-32 que partiendo desde Cádiar transcurre por la sierra de la Contraviesa. Hay señalados otros senderos en bucle que salen del mismo GR-142, como el PR- 35, 36 y 37 que se adentran en la sierra desde Laujár de Andaráx.

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El Sendero GR-142 va atravesando distintos valles, a los que Sierra Nevada le suministra constantemente agua, estos ríos principales que van regando la Alpujarra son:

  • El Guadalfeo. Desde que salimos de Lanjarón y pasamos por Órgiva, se cruzan distintos ríos que van desembocando en el Guadalfeo (río Sucio, río Chico, río Seco). Sin embargo es más adelante cuando nos encontramos los grandes afluentes del Guadalfeo, estos son el Poqueira y el Trevélez. Este último se cruza en varias ocasiones por puentes de una arquitectura impresionante, así yendo de un pueblo de una vertiente a un pueblo de otra, se van atravesando los fuertes cortes ocasionados en esta esbelta montaña, (de Órgiva a Fondales, de Busquístar a Notáez), por sus veredas tradicionales, que se encuentran empedradas y van zigzagueantes.La mayor parte de este recorrido discurre por la Solana del Guadalfeo, por su margen derecho. Aquí aparecen “colgados sobre vertiginosas pendientes los pueblos de Notáez y Cástaras, construidos en nido de águila y que, desde abajo, parecen inaccesibles”(2). Mas adelante en Lobras baja hasta el río y cruzándolo ya trascurre hacia Cádiar por su vertiente norte, lo que le da una panorámica sobre las cumbres de la Sierra impresionante, y así poco después abandona su lecho que se va adentrando en su nacimiento, para continuar hacia oriente.
  • Río Grande de Adra. A partir del pueblo de Cádiar, el sendero discurre por una rambla (un cauce de un río seco, excepto en las épocas de lluvia) cubierta de vegetación, que conducirá al río Yátor (el afluente más occidental del río Adra). Tras pasar por poblaciones insólitas como la de Jorayrátar se continua por el cauce del río y él nos descubrirá la escondida cortijada de los Montoros. Más adelante, en las Canteras, ya junto al río Ugíjar, lo seguiremos hasta su desembocadura en el río Bayárcal. Este alimenta al río Adra cerca del embalse de Benínar.
  • El Andaráx. Nace en las cumbres más oriental de la cara sur de Sierra Nevada, para bajar hasta Laujár de Andaráx. A partir de este pueblo lleno de caudalosas fuentes, el sendero continua por su valle. Durante el camino a Benecíd se divisan enfrente, a ambos lados del Andaráx, los pintorescos pueblos de Fuente Victoria y Fondón, que cuentan con una fuerte tradición histórica. Y nos separamos un poco de su curso para cruzar los pueblos de Almócita y Padules. Ya, desde este último pueblo, el sendero volverá a encontrarse con el río, para subir por unos de sus afluentes, el río Chico, a Canjáyar y adentrarse en Ohanes en medio de los parrales de las famosas “uvas de Ohanes”(3). Todas ellas están plantadas en las laderas de la montaña, en sus distintas “paratas” y “bancales”, rellanos entre las pendientes que se van aprovechando para su cultivo.Desde Ohanes por una pista forestal se cruza Sierra Nevada. Una vez arriba baja por la vertiente norte, entre encinares y pinares, al pueblo de Abrucena. En él, una de sus acequias se adentra en la calle del agua y va alimentando cuatro molinos, el último de ellos (al igual que ocurre con el de Cádiar) afortunadamente aún muele. Desde allí, entre paratas de olivos, con preciosos muros de piedra y por huertas y olivares se llega a Fiñana. Justo cuando se va a alcanzar el pueblo, se cruza el cauce, aquí generalmente seco, del río Nacimiento. Estas aguas, “bebidas a la vez por el hombre, los cultivos y el calor, raramente alcanzan el Mediterráneo”(2).
  • El Nacimiento es el río principal del nordeste de Sierra Nevada, va recogiendo las caudalosas aguas de la vertiente norte y más tarde se juntará, tras ir bordeando la sierra, con el río Andaráx. Estos dos ríos hacen de límite oriental del Parque Natural de Sierra Nevada.De todos estos cauces nacen incontables acequias. Unas riegan los bancales cercanos al río, sin embargo otras van trazando un larguísimo y ajetreado recorrido. Ellas van superando los distintos accidentes del terreno y colgándose por las laderas. Se dice que son una obra de ingeniería árabe. Y aún se conserva su uso y su trazado, excepto algunas pequeñas acequias que se pierden porque la agricultura se va abandonando.Hasta hace pocos años la Alpujarra tuvo una agricultura eminentemente de subsistencia y autoconsumo. Predomina el minifundio y coincide que un mismo agricultor suele tener varios bancales separados entre sí.Las vegas de hortalizas y los frutales de regadío acompañan a cada pueblo. Desde enfrente se ven las montañas iluminadas por las manchas blancas de las casas y el verdor que rodea a la población.En los primeros meses del año podremos contemplar en la Alpujarra la belleza de los almendros en flor, con el fondo de las nevadas cumbres de Sierra Nevada. Más tarde todos los árboles brotan y florecen. Y son las estaciones de primavera y otoño las preferidas.Hay que tener en cuenta que en los días calurosos de los meses de julio y agosto conviene comenzar la marcha bien temprano, para cuando llegue el sol del medio día encontrarnos bajo la sombra de algún lugar confortable.

(1) Véase la topo guía: “Una semana andando por la Alpujarra, el GR-7” de la editorial Proyecto Sur. 1999

(2) Jean-Christian Spahni “La Alpujarra. La Andalucía secreta” 1959

(3) Con ese nombre se conocen las uvas de esta comarca que cuentan con denominación de origen. También se les llama “uva de barco” ya que desde 1752 se transportaban dentro de unas barricas (barriles de madera) hasta el puerto de Almería.


Sendero de Gran Recorrido GR-7

Para dar una idea de la evolución del senderismo hay que decir que este sendero que pasa por la Alpujarra (el GR-7) nació en Francia hace más de 50 años, lo dejaron en Pirineos y se pusieron en contacto con nuestro país para que lo continuaran. Siguieron balizándolo los catalanes hace 30 años (con él se iniciaron en esta actividad del senderismo). Y en Granada se terminó de señalar hace pocos años. Continua por Málaga, Cádiz y termina en Tarifa. Y se espera que sea el primer sendero intercontinental, ya que está en estudio que continúe por el norte de África. Este sendero parte de Grecia y se le conoce en Europa con la denominación de E-4.

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Dividimos el GR-7 a su paso por la Alpujarra en siete jornadas:

  1. ALPUJARRA ORIENTAL: De Laroles a Válor
  2. POR TIERRAS DE GERALD BRENAN Y ABEN HUMEYA: De Válor a Mecina Bombarón
  3. RUTA DE ABEN ABOO: De Mecina Bombarón a Cádiar
  4. LA ALPUJARRA PROFUNDA: De Cádiar a Trevélez
  5. CERCA DE LAS CUMBRES: De Trevélez a Busquístar
  6. ENTRE BARRANCOS Y TAHÁS: De Busquístar a Bubión
  7. ALPUJARRA OCCIDENTAL: De Bubión a Lanjarón.

1ª JORNADA. ALPUJARRA ORIENTAL. LAROLES-VALOR. DISTANCIA Y TIEMPO ENTRE NÚCLEOS URBANOS.

Laroles – Júbar: 5 Km 1h. 30’

Júbar – Mairena: 1,2 Km 15’

Mairena – Nechite: 6 Km 1h. 10’

Nechite – Válor: 1,8 Km 25’

El sendero parte del barrio alto de Laroles a 1.043 m. de altitud, desde donde se divisan las techumbres planas cubiertas de launa de las casas de todo el pueblo. Sobresale en el paisaje la torre de la Iglesia del Rosario que recuerda más el alminar de una mezquita, sorprendiendo su cúpula cubierta de lajas de pizarra. Al fondo destaca el valle del Río Grande de Adra, una cuenca que tras coger las aguas de Sierra Nevada, desciende de norte a sur directamente al Mediterráneo, abriéndose paso entre la Sierra de Gádor y la Sierra de la Contraviesa.

La carretera (antigua C-431) la tenemos que dejar a la salida de Laroles en dirección a Mairena, pasada la era de los Rubios, para tomar el camino conocido como el de la Sierra o a los Molinos. Esta pista que va entre almendros la dejamos cuando pasa frente a un corral, para seguir por la tradicional vereda que sale a la izquierda remontando por un antiguo molino. Si es primavera, podremos ver deslizarse sobre la “Piedra de la Resvalaera” el agua que lleva su acequia. Al dejar el molino atrás se junta la vereda con una bifurcación de la pista, ahí tomamos el desvío de la izquierda que cruza, entre una encina y un serbal, la acequia que sirvió para alimentar los nueve molinos que había en esta zona.

Al poco de pasar otro molino, dejamos un desvío a la izquierda que va a una cantera ya abandonada: un “tejar”. La pista anterior que subía a la derecha va también a una cantera de este tipo pero en uso.

En la Alpujarra Oriental se denomina teja a la laja que se coloca en el techo de las casas encima de los palos y debajo de la launa. En la Alpujarra Occidental la teja es la cerámica de forma curva que se pone en los tejados, y a la laja de piedra que nos hemos referido se le llama losa. Estas lajas además se utilizan para la construcción de zócalos, aleros y suelos.

Al acercarnos a unos hermosos chopos, seguimos a la izquierda para adentrarnos en el barranco y cruzar el río a la altura de un pequeño salto de agua que se forma entre dos piedras cubiertas de helechos. Una fuerte y larga pendiente nos adentra en los castañares. Al final cuando volvamos a ver el bosque de helechos nos encontramos a la derecha una pequeña ruina de un cortijo de piedra y justo encima, la pista que seguiremos hacia la izquierda.

Ahora por la pista disfrutamos de un apacible paseo. Ya vimos esta loma cuando marchábamos por enfrente cubierta de castaños y encinas en las zonas altas y sus barrancos con las riberas tapizadas de vegetación. Por el camino distinguimos también árboles frutales que nos acompañarán por todo el sendero como son higueras, cerezos, almendros, olivos y nogales.

El paseo nos introduce suavemente en el pueblo de Júbar. Lo primero que vemos entre cultivos abancalados regados por la acequia real es su Iglesia, con la torre de origen árabe y el cementerio atrás.

Júbar tiene tan solo 60 habitantes. Cruzamos todo el pueblo por sus encantadoras calles de casas bajas con macetas de geranios en sus balcones. Atravesaremos también la plaza para tomar el camino de las eras al fondo a la derecha.

El sendero a Mairena sale de una fuente de dos caños por la que emana agua no clorada y que a la vez alimenta a un lavadero situado bajo ella.

Enseguida encontramos otra fuente no clorada, ” la fuente del Barranco”. Al salvar éste tomamos la vereda de la izquierda y cruzamos una acequia bajo una higuera y un morero. Atravesamos un pequeño barranquillo para adentrarnos de frente por un pequeño encinar, adornado por un suave muro de piedra. A esta vereda acomete primero un ramal de una pista que tendremos que cruzar, y enseguida otra pista principal, de las que suben a la Sierra, que también traspasaremos para llegar, junto al Barranco del Cerro, al cruce de la carretera que da acceso a Júbar. Andamos hacia el oeste unos metros por la carretera principal para tomar a la derecha una vereda adornada por chumberas e higueras. Pasamos por encima de la “Era del Ejido”, (Ejido significa tierra baldía de una comunidad a la salida del lugar), y tras ella se vuelve a contemplar la torre de la Iglesia que nos avisa que llegamos pronto a Mairena.

Mairena, de 268 habitantes, se ha unido junto a las poblaciones de Júbar, Laroles y Picena y han formado recientemente el municipio de Nevada. Recorremos el pueblo de este a oeste, por su barrio alto, bordeamos su Iglesia y nos encontramos en un balcón, a la altura de 1.100 m, con unas vistas impresionantes, amplias y muy contrastadas.

Después de dejar las últimas casas llegamos a la Era Baja: de esta placeta sale el sendero a Nechite.

Bajamos al río obviando una trocha que se precipita a la izquierda, lo cruzamos junto a un antiguo molino ahora habitado por unos chopos y marchamos sobre la loma salpicada de encinas que forman los ríos Mairena y Nechite.

Pasados unos olivos y un almez no tomamos una vereda que baja a la izquierda a la carretera, sino el camino de la derecha que pasa sobre una era y más arriba cruza una acequia. Tras una fuerte pendiente ascendente alcanzamos una pista de tierra. Tenemos que estar atentos en seguirla solo hasta que nos encontremos a la izquierda el desvío de nuestra vereda. Por ésta vamos franqueando la loma de Garridos. Llegamos a un barranquillo por el que seguimos un poco, y al salir nos asombramos con las vistas sobre Nechite y de toda la loma este del Monte de San Juan.

Al adentrarnos en el barranco y cruzar por un puente el Río Nechite salimos a una pista que nace allí. Esta pista llega hasta el barrio alto de Nechite, conocido como San Blas. Nosotros la dejamos, después de pasar por un enorme castaño y desechar un ramal que sube a la derecha, para por la vereda de la izquierda llegar hasta el barrio de en medio llamado de Santa Lucía. Esta senda tiene a un lado huertas y al otro, muros de piedra sobre los que descansan en su orilla unos morales. (Más adelante cuando lleguemos a Válor, nos encontraremos con moreras, que no morales, que son las primeras a las que le nacen las hojas que primero comen los gusanos de seda.) Antes de entrar a Sta. Lucía tenemos entre higueras y nogales la fuente del Rojo y a la salida del barrio a la derecha, frente a una chopera, la fuente Martín.

Nechite tiene tres barrios. Al igual que la mayoría de los pueblos alpujarreños está dividido y adaptado al terreno según la orografía. Pero este pueblo no ha vivido un crecimiento urbano que los haya llegado a juntar, sino que siguen claramente diferenciados, separados por hermosos vergeles de huertas, bellos jardines y un barranco repleto de vegetación; por algo Nechite significará alegría.

Por encima de la fuente Martín cruzamos la pista ya cementada que baja del barrio alto y seguimos hacia Válor por una vereda que en su mayor parte le acompaña una acequia, bajo la sombra de los castaños. Tenemos que estar atentos de no tomar el camino a la izquierda, por donde baja el agua que riega los bancales cuando echan la acequia. Al continuar recto nos encontramos un camino que se nos acaba pronto, y volvemos otra vez a seguir junto a una acequia, que en un principio la encontramos cementada.

Esta senda termina encima del pueblo de Válor sobre la carretera que sube a la Sierra. Arriba se ubica la fábrica de “Los Cortijuelos” donde elaboran los quesos de leche de cabra de la comarca. Y abajo a pocos metros tenemos el pueblo, donde podemos probarlos junto con unas perdices en escabeche.

A LA INVERSA.

Si el sendero lo recorremos en dirección oeste – este, emplearemos un tiempo parecido. El trayecto de Válor a Júbar se tarda algo mas y el de Júbar a Laroles se tarda quizás algo menos en andarlo.

De Mairena a Júbar se toma el sendero a la salida del pueblo en dirección a Laroles. En la primera curva de la carretera dejamos ésta para subir junto al Barranco del Prado, por una vereda en la que nos asombran sus piedras tan brillantes cargadas de mica.

De Júbar a Laroles tenemos que tener en cuenta no tomar un desvío en la pista, junto a una cerca metálica, que sube a la izquierda. Por lo tanto siempre seguiremos el carril principal, y no lo abandonaremos hasta que encima de la pista encontremos un corral junto a un castaño. Se la llama el “Repartidor”, porque es el sitio donde la acequia reparte cada cuatro días el agua para Júbar o para Laroles. Sobre la pista indica un hito que hay que salirse por la vereda. Baja el sendero por un castaño grande para encontrarse la senda hacia la derecha.

2ª JORNADA. POR TIERRAS DE GERARLD BRENAN Y ABÉN HUMEYA.

VALOR – MECINA BOMBARÓN.

DISTANCIA Y TIEMPO ENTRE NÚCLEOS URBANOS.

Válor – Yégen: 5,5 Km 1h. 30’

Yégen – Montenegro: 2,4 Km 30’

Montenegro – Golco: 3,3 Km 55’

Golco – Mecina Bombarón: 1,5 Km 25’

En el pueblo de Válor nació Don Fernando de Válor y Córdoba: Abén Humeya como se le llamó en estas tierras. El más conocido de los alpujarreños era descendiente de los príncipes Omeya y fue proclamado rey de la Alpujarra al producirse la sublevación morisca contra los cristianos en el reinado de Felipe II, allá por el año 1.568.

Después de la expulsión de los moriscos quedó candente la posibilidad de una invasión por parte de los “moros” y esto se ve reflejado en las tradicionales fiestas de Moros y Cristianos que se celebran cada año. Estas fiestas son muy comunes en la comarca como en Laroles, Juviles, Trevélez, Bubión, pero las que tienen una fama especial son las de Válor, que en honor al Santo Cristo de la Yedra se representan el día 15 de septiembre. Es una función en la que en una primera parte ganan los moros y en la segunda ya vencen definitivamente los cristianos.

El histórico sendero que va de Válor a Yégen sigue el Camino Real que unía Almería con Granada. Así nos lo demuestra Francisco Cobo (“Paco el de las Flores”), que vive en el barrio de la tableta, con una antigua escritura de su casa por donde pasa el sendero, que dice: “linda al sur con el Camino Real de Almería a Granada”.

Debajo de la Ermita de Lourdes sale el camino y pasa algo más abajo por el legendario puente de la Tableta, semiderruido recientemente tras las tormentas de los últimos años, después de aguantar en pié tantos siglos. De él ya nos hablaba Pedro

Antonio de Alarcón en su libro “La Alpujarra”(1), en su viaje de 1874 cuando entraba en Válor: “Para llegar a la población y a sus cuatro barrios (llamados el Portel, la Jarea, Cohijar y Canlarranas) hay que pasar un hondo torrente que corta el camino, y que es la defensa natural de Válor, origen de su importancia en la guerra del siglo XVI como punto estratégico. Sobre aquella cortadura existe un puente peraltado de forma árabe, de un solo ojo, levemente apuntado a la manera de ojiva, como los del llano de Tetuán”.

Debido al estado ruinoso del puente, al igual que la fuente agria de la Tableta situada debajo del puente que está atorada, aconsejamos no cruzar este “hondo torrente” por el puente Tableta mientras que no se arregle, sino más arriba. Por esto saldremos de Válor en dirección oeste donde está la almazara (hacia Yégen), por la carretera, durante solo unos metros hasta justo después de que cruce el río Válor, donde ya tomamos una pista a la izquierda.

Al seguir por la pista, entre huertas cada vez más baldías, cruzamos un barranco y en la confluencia de caminos no tomamos el desvío que parece el principal que sigue a la izquierda y baja por un castaño, sino el de la derecha por el que subimos y pasamos sobre una acequia.

Después de cruzar el barranco de los Morciguillos se repite esa intersección de caminos, e igualmente volvemos a tomar el de la derecha. Enseguida llegamos a la pista asfaltada que viene de la carretera principal. Bajamos por ella, a la izquierda, y aunque más adelante se divide en dos, vuelven a juntarse después de rodear una finca de almendros, hasta llegar a Cuesta Viña.

Gerald Brenan (2) nos hace un poco de historia de este lugar: ” En la Cuesta de Viñas, al este de la aldea, habrá habido durante la época mora una gran concentración de casas – lo que se denominaría un lugar- pero habrá desaparecido sin dejar rastro”.

Ahora sí que nos encontramos con alguna concentración de casas, algunas decadentes, otras semiconstruidas y abandonadas. Sin embargo, algunos cortijos se habitan en verano y le dan a la zona un ambiente de oasis con sus numerosos almeces, parras y palmeras. Pero lo que tiene de inmemorial el lugar son sus fuentes ferruginosas adornadas con azulejos de otros tiempos, al pie del mismo río.

(1) ALARCÖN, Pedro Antonio de. La Alpujarra. Ed. Roger, 1.998.

(2) BRENAN, Gerald, Al sur de Granada. Ed. Fábula, 1.997.

Las “aguas agrias”, como se les llaman por su sabor a estas fuentes ferruginosas, no tienen nada que envidiarle como propiedades curativas a los manantiales de Lanjarón, que son las más famosas de la Alpujarra debido a sus balnearios y a la comercialización de sus aguas minerales. Estas aguas agrias son ricas en ácido carbónico y en hierro lo que les da unas cualidades medicinales, especialmente digestivas y como reconstituyente anémico.

Salimos arroyo arriba por la rambla de Viñas, repoblada por encima de la fuente con árboles de sombra, para enseguida tomar a la izquierda una vereda que cruzará un par de acequias- una de ellas alimenta una alberca a los pies de una higuera- y algunos moreros y caquis, pero sobretodo encontraremos por el camino muchos majoletos, olivos, almeces, granados, almendros, higueras y chumberas. Después de dejar un cortijo a la derecha, al cruzar el barranco que le acompaña entre los juncos y las zarzas, pasaremos por hermosos castaños. Debajo se divisan unos grandes chopos blancos. Puede sorprendernos el ver salir entre el arbolado alguna paloma torcaz.

Atravesamos una zona de bancales y paratas abandonadas de sus tradicionales cultivos rodeadas de pequeños espinos blancos, y en dirección este–oeste nos adentramos en un pequeño barranco para subirlo bajo la sombra de las higueras hasta la carretera. La cruzamos para volver a ella a la izquierda después de pasar una curva.

Desde aquí ya se ve Yégen a un kilómetro. Recorremos por la carretera 200 mts, hasta cruzar el barranco del Quegigal, aquí tomamos a la izquierda una vereda que discurre bajo la carretera y nos lleva entre huertas al núcleo urbano.

Yégen es conocido internacionalmente gracias al escritor inglés Gerald Brenan. El hispanista se afincó en este pueblo tras recorrer parte de la Alpujarra, e hizo un estudio antropológico y cultural excelente, recogido en su recomendable libro “Al sur de Granada”.

Yégen es un lugar en el que se puede disfrutar por sus calles observando su conservada arquitectura popular. Desde el barrio de arriba bajaremos, pasando, debajo de la fuente de los tres caños, por la casa donde vivió Gerald Brenan ” por espacio de siete años”, como nos indica la placa colocada en su fachada.

En el barrio mas bajo del pueblo cruzaremos por la plaza del ayuntamiento donde se sitúa su Iglesia para llegar a la plaza de la Ermita con su fuente exagonal en medio. De ella sale un camino entre huertas y olivos que nos llevará al cementerio del pueblo, y desde aquí una pista de tierra nos conducirá a la cortijada de Montenegro.

Paisaje árido, ensombrecedor, roto. Lomas, ramblas y cárcavas se entrecruzan cubriendo todo lo que vemos hacia el sur hasta perderse en el fondo de la Contraviesa. Esta sierra está coronada por el Cerrajón, a sus pies divisamos el pueblo de Jorairátar.

Dejamos por la pista los desvíos que nos encontramos a la izquierda: primero uno más perdido, luego otro que por unos olivos lleva a unos cultivos encima de un cerrete, y un tercero que baja junto a un cortijo con su alberca. A continuación cruzaremos el barranco de los Quiebros. Se reconoce porque bajo una higuera tiene unos pequeños bancos de obra. Si nos adentramos un poco en él, beberemos de un hermoso nacimiento: nos encontramos en el Salto del Gitano. La pista pasa por restos de una yesera y nos introduce en Montenegro, una cortijada rodeada de olivos.

El caserío de Montenegro lo componen una Ermita moderna, un cortijo grande sobre un cerro y varios cortijos diseminados, de los que se encuentran habitados dos de ellos: el llamado cortijo Bartolo donde viven dos hermanos ganaderos y otro en el que viven madre anciana e hijo, todos dignos de saborear.

Junto a la acequia, una flecha de indicación nos avisa que tenemos que dejar la pista que traemos y tomar una vereda que sale a la derecha. En este lugar ya se divisan las casas de la población a la que nos dirigimos: Golco. La acequia que en un principio acompaña la vereda nace de la fuente de Montenegro que es un hermoso chorro de agua que emana entre las rocas (aquí nos encontramos terreno calizo). Debajo una alberca almacena sus aguas.

Al salirnos de todo este arbolado que alimenta la fuente, pasamos por los pies del cortijo Miguel, corral con la base de piedra y encima construido de ladrillo y bloques. Tomamos la vereda de abajo que es la que va por el camino del Fresnillo y nos lleva a la vertiente del río Mecina. La loma de enfrente se encuentra cubierta de vegetación y poblada con dos núcleos: El Golco y Mecina Bombarón.

Al llegar al río nos acercamos a la parte alta de la chopera porque allí junto a unas mimbres suele estar el puente. Tras cruzarlo descendemos unos metros para subir enfrente sobre una vereda empedrada al principio, en la que se muestra lo que era esta calzada.

Enseguida salimos a una pista que la dejamos para seguir a la derecha por un camino tradicional: La vereda, que sale junto a unas pitas, pasa por la era de Golco Baja y tras subir por la Cuesta de Golco desemboca en la pista, esta de color grisáceo – azulado al atravesar por una zona de launa.

Antes de llegar a Golco una fuente a cada lado del camino nos aliviará el haber subido desde el río en un Km, 150 mts de desnivel. La fuente baja que está escondida al otro lado del camino, está más sabrosa que la otra hermana que está enfrente a la izquierda.

La plaza de Golco está sombreada por una hermosa catalpa y regida por una de las más antiguas Iglesias de la zona.

El camino que nos une a Mecina Bombarón lo tomamos unos metros antes de esta plaza por un carril cementado. Este lo dejamos a la derecha en su primera curva y seguimos por una vereda repleta de vegetación y refrescada por una acequia hasta adentrarnos en el pueblo de Mecina. Famoso por sus cultivos de habichuelas y sus exquisitas manzanas de invierno.

A LA INVERSA.

Si fuéramos de Mecina Bombarón a Montenegro bajaremos 300 m de desnivel, por lo tanto tardaremos menos tiempo que si lo subiéramos.

Tanto en Mecina como en Golco se tiene que atravesar el pueblo hasta la parte mas baja, que es de donde sale el sendero. (De Mecina a Golco y de Golco a Montenegro, respectivamente).

A partir de Montenegro solo tendremos que seguir la pista en dirección NE, ya que si tomáramos a la derecha, al SW, bajaríamos a Yátor. En Yégen se subirá por el pueblo hasta la carretera en dirección NE. Veremos que cuando se pasa la loma y se divisa Válor, encontramos la vereda que baja a Cuesta Viña. Desde aquí seguimos tan solo el camino asfaltado y luego una pista para llegar a Válor.

3ª JORNADA. RUTA DE ABÉN ABOO.

MECINA BOMBARON – CÁDIAR.

DISTANCIA Y TIEMPO ENTRE NÚCLEOS URBANOS.

Mecina Bombarón – Los Bérchules: 6 Km 2h

Los Bérchules – Alcútar: 1 Km 10’

Alcútar – Narila: 3 Km 45’

Narila – Cádiar: 1,3 Km 20’

Mecina Bombarón fue la patria de Abén Aboo quien durante año y medio reinó en la Alpujarra después de asesinar a su primo Abén Humeya. En el pueblo se encuentra una de sus casas. También era de su propiedad parte de la cortijada de Montenegro por la que pasamos la jornada anterior. Defendió una Alpujarra musulmana y sufrió la época final de la sublevación, la más sangrienta.

Mecina es un mosaico de barrios, huertas y arbolado. Se conservan siete de sus ocho antiguos barrios, algunos de origen bereber, encontrándose situado al sur el de Algaida ” lleno de matorrales espesos” como su nombre indica.

Para tomar el sendero recorremos el pueblo, subiendo por sus empinadas calles hasta llegar a la plaza Vieja donde bebemos de una fuente antes de coger la pista que entre corrales y hermosos castaños sube a la sierra.

El GR-7 deja la pista por un desvío para más arriba volver a ella y adentrarnos en un pequeño barranco repleto de hermosa vegetación. Este lo tomamos a la izquierda por la vereda que va junto a la acequia de la Balsa del Castillo, empedrada en parte a la antigua usanza. Por ella cruzamos un barranco de impresionantes castaños. La acequia también riega una alameda y los alrededores del cortijo de Juan Fernández. Pasado este cortijo y abandonando la acequia, subiremos un fuerte desnivel y volveremos a encontrar la pista, a la altura de una alberca acompañada de un sauce llorón.

Si hubiéramos subido por la pista no tomaremos una variante que sale a la derecha y que por unos cortijos se introduce en el río.

La pista tras dejar una derivación que baja a la izquierda y subir una fuerte pendiente, atraviesa un pinar. Al salir de él nos sorprende ver encima una plantación de viñas. Al estar a 1.500 m de altura podríamos decir que es la viña más alta de Europa. Este paisaje tan abierto nos permite, como suele pasar cuando estamos a estas altitudes en la Alpujarra, divisar el mar, desde este punto por la cuenca del río Grande de Adra, entreviéndose por el valle que se abre camino entre la Sierra de Gádor y la de la Contraviesa.

Este punto también es importante porque estamos en un cambio de cuencas hidrográficas. Por el GR-7 vamos atravesando las faldas de las principales cumbres de Sierra Nevada y recorriendo dos importantes cuencas.

Al este hemos dejado las cumbres del Chullo (2.610 m), el Morrón (2.756 m) y el San Juan (2.788 m) que alimentan los torrentes de Laroles, Nechite, Válor y Mecina por los cuales hemos pasado, vertiendo sus aguas al río Grande de Adra que tras llenar el embalse de Benínar desemboca pocos kilómetros más al sur en el Mediterraneo.

Al oeste, entre las cumbres del Peñón del Puerto (2.758 m) y el Cerro del Gallo (2.913 m) que son las que tenemos encima, en Cerro Trevélez (2.878 m), entre Cerro Pelado (3.179 m) y la Atalaya (3.148 m), entre Alcazaba (3.371 m) y Mulhacén (3.483 m), entre Puntal de la Caldera (3.226 m) y los Machos (3.324 m), en el Veleta (3.394 m) y el Caballo (3.009 m), se fueron formando unos glaciares que crearon los barrancos de Bérchules, Trevélez, Poqueíra, Chico y Lanjarón. Todos ellos, recogiendo las aguas de las nieves y las lluvias, forman el valle del Guadalfeo. Este va atravesando la Alpujarra de este a oeste, desde Cádiar hasta Órgiva, para luego seguir hacia el sur y desembocar entre Salobreña y Motril.

Dejamos el ramal principal de la pista para llaneando tomar el desvío de la izquierda y dirigirnos así en dirección al nacimiento del río Guadalfeo, al cortijo de Cortes.

Al llegar junto a unos chaparros a la divisoria del valle nos impresiona su paisaje. De principio nos recreamos con la visión blanca del pueblo de Bérchules enfrente, algo por debajo nuestra, rodeado al igual que el pueblo vecino de Alcútar de verdes huertas y frutales. Divisamos desde arriba la fuerte pendiente que ofrece esta cara este de Sierra Nevada, este valle desconocido cultivado en paratas escalonadas regadas por sus acequias y cuajados sus arroyos de vegetación.

La pista termina en el Cortijo de Cortes, hasta hace poco centro de Tai Chí del que Dani y Goyo fueron sus creadores. Si siguiéramos subiendo llegaríamos sobre el río Grande de Bérchules a la cueva donde el 14 de marzo de 1.571 asesinaron a Abén Aboo sus propios seguidores, (ya que los cristianos ofrecieron el perdón y la libertad del musulmán que lo entregara.)

Pero nosotros bajamos, antes de llegar al cortijo de Cortes, bien por una vereda o por una pista. Si tomamos la pista, primero pasaremos una cerca y bajaremos por un ramal que desciende fuertemente a la izquierda y termina junto a otra cerca. Pasada ésta, ya continúa con la vereda. Va primero pegada a su izquierda a un muro de piedra de mediana altura y desemboca en una era sobre unos tajos con también hermosas vistas sobre los dos pueblos. Desde aquí a la derecha, una vereda empedrada nos bajará al río, que lo cruzamos junto al molino de la Carihuela. Si nos abriéramos camino por el curso del río 800 metros más abajo nos encontraríamos con la famosa fuente de agua agria de Los Bérchules y ya desde aquí se tiene acceso por carretera asfaltada hasta el pueblo. Pero el sendero sube directamente cruzando algunos riachuelos y masas de vegetación hasta llegar a Los Bérchules.

Vamos a poder recorrer las calles de Bérchules siguiendo el trayecto del sendero. Pasamos por la plaza del Ayuntamiento viejo, si es primavera oleremos el aroma fino del hermoso cinamomo que envuelve la plaza situado frente a la Posada, y divisamos desde su balcón la otra vertiente del barranco: por su cara oeste se puede descifrar la ruta que nos ha traido hasta aquí. Pasamos por la plaza de la Iglesia toda entera blanqueada y construida en 1.530 sobre cimientos de una antigua mezquita, como muchas iglesias mudéjares. Seguimos y pasamos por la fuente de las Carmelas que como la fuente de San Antonio de Pampaneira, el que bebe de su agua con intención de casarse al poco tiempo novia tendrá. El nombre de las Carmelas se le debe a un cura que tuvo el pueblo que era fraile carmelita antes de beber agua y casarse. (También ocurre en la Alhambra con la tradición de tocar la campana de la Torre de la Vela el dos de enero, día de la toma de Granada.)

Al salir de este vergel, como el nombre de Bérchules nos indica, nos encontramos en el cruce de cuatro vientos con la carretera, antigua C-421, por la que bajaremos. A 500 m. nos hallamos en el pueblo de Alcútar anejo de Los Bérchules.

Por esta carretera que une los dos pueblos a la sombra de grandes plátanos de paseo, transcurre la procesión de San Marcos el día 25 de abril en la que participan los paisanos con su ganado. Las fiestas de San Marcos son muy populares en la Alpujarra, se celebran en Laroles, Mairena, Válor y Cádiar además de otros doce pueblos más.

En Bérchules salen juntas las imágenes de San Marcos, patrón de los animales, y la de San Isidro labrador llevando unas enormes rosquillas sobre su cuerpo y sus brazos. Numerosas roscas de pan ya de tamaño pequeño y amasadas para ese día, se bendicen y se reparten al final de la procesión entre los asistentes. También se bendicen los animales que participan en la ceremonia: vacas, mulas, y sobresaliendo entre la muchedumbre los jinetes sobre sus caballos.

Desde Alcútar, mientras que la carretera tiene que dar un rodeo de 9 Km para llegar a Narila, nosotros descenderemos directamente y en 3 Km salvaremos 300 metros de desnivel. Una fuente al pié de la Iglesia nos recibe y otra en el barrio de La Churri nos despide. Recorremos el pueblo desde la Iglesia por la calle Real que es la principal. Una flecha de indicación nos invita a continuar descendiendo por la calle de la Churri, por la que vamos dejando algunas casas y calles a la derecha hasta llegar a la fuente que conduce constantemente el agua a su lavadero. Por él bajamos hasta que al terminarse el pueblo encontramos un corral: por su derecha discurre el sendero refrescado por higueras, almeces, fresnos y almendros, sobre un antiguo camino empedrado.

El paisaje es profundo y extenso. Enfrente tenemos la loma del Majuelo cubierta de encinas y a nuestros pies un amplio valle, encabezado por las huertas de Narila y encauzado en las de Cádiar. Seguimos la vereda hasta llegar al río, y no nos salimos por una pista de tierra que tras una curva se introduce en el barranco Cairo. Tras cruzar el río llegamos a una pista. Podemos seguirla a la izquierda para luego volver, y acercarnos al agua Agria de Narila, alegrada, al igual que la de Los Bérchules, por unos alisos. Para llegar a esta fuente tenemos que seguir algo más de cinco minutos el camino hasta su fin y por un puente cruzar el río. Cada tarde un grupo de mujeres del pueblo van paseando hasta Agua Agria para cargar sus botellas ya oxidadas de esta agua.

Una vez cruzado el río después de bajar de Alcútar, seguimos ahora por la derecha allí donde empieza una chopera. Al pasarla aparece un dique sobre el río que sirve para medir el caudal de agua. Si las corrientes de agua tras las lluvias del invierno o tras el deshielo se llevasen el puente por el que hemos pasado de madera y piedra, esta construcción sería una alternativa para cruzar de una orilla a otra.

Cuando la vegetación nos permita un claro podemos aprovechar para divisar como se va abriendo el valle, en él se rehunde el río y se introduce en Cádiar.

Lo primero que encontramos a la entrada de Narila es una fuente al lado del depósito bajo y a su derecha la casa en estado semirruinoso de Abén Humeya, utilizada como residencia de verano ya desde antes de su coronación. Verdaderamente la situación a 990 m de altitud y en la cabecera del valle es una buena elección para no tener que soportar los calores de esta estación. Más adelante pasaremos por el olivo bajo en el cual coronaron a Don Fernando de Válor y Córdoba como Abén Humeya, rey de los Andaluces.

Recorremos pués el pueblo de Narila tras cruzar el barranco Pajares y pasamos por la casa que hace esquina con la puerta verde donde una almazara abandonada da su nombre a la calle. Al llegar a la plaza bordeamos su Iglesia bajando entre muros de piedra que protegen los huertos que alegran las casas y salimos a la calle Real. Descendemos en dirección al río por Cuatro Caminos y cruzamos a la salida del pueblo la acequia de En medio y debajo del molino la acequia Real.

Seguimos bajando tras dejar un molino rehabilitado hasta que pasamos unos almendros donde o giramos a la izquierda junto a una cerca pequeña de alambre y andamos entre huertas, o finalmente bajamos un poco más hasta el cauce y continuamos río abajo siguiendo su margen izquierda. Pronto encontraremos el río encauzado entremuros que protegen las avenidas de las aguas. Volveremos aquí la vista atrás para ver arriba a Bérchules coronado por el Cerro del Gallo (2.913 m).

Dejamos la pista a la altura de una balsa para seguir por la vereda de la izquierda. Por este Camino de la Morera tras 200 m. por huertas cruzamos un barranco, por el que bajamos unos metros, y así llegamos por un molino a la entrada del pueblo y algo más adelante a una fuente entre dos grandes plataneras.

Cádiar es de los pueblos más comerciales de la zona. Es habitual que los días 3 y 18 de cada mes nos encontremos con algún lugareño realizando este recorrido para aprovechar el día de mercado. Suelen venir hasta aquí a comprar los cortijeros y los paisanos de los pueblos de alrededor. Nosotros nos endulzaremos el paseo con soplillos, tortas en lata, cuajada de almendras y demás dulces de fuerte tradición morisca.

A LA INVERSA.

Cádiar se une con Narila por una pequeña carretera asfaltada que atraviesa sus vegas. El sendero va a su izquierda, por el margen del río y sale de la Plaza del Prado que está al oeste por debajo de la plaza del Ayuntamiento de Cádiar, transcurre junto al río y sus huertas y justo cuando se encuentra debajo del pueblo de Narila sube hasta él abandonando el río.

De Narila hasta Alcútar se toma el camino (llaneando desde su plaza sale junto a la fuente circular) que lleva al agua agria de Narila hasta antes de subir a una fuerte pendiente con pavimento cementado que tiene a su derecha un molino con un hermoso sauce llorón en su puerta. Entonces se deja esta pista que sigue a la fuente Agria y se tuerce a la izquierda para cruzar el río. Una vez en el otro margen del río, se tiene que seguir un trayecto río arriba y no torcer a la izquierda, para encontrar más adelante después de bordear unos almendros la curva del sendero que nos sube tras un fuerte desnivel al barrio de la Churri de Alcútar.

De Bérchules a Mecina se sale de la plaza del ayuntamiento viejo por la calle Real y enseguida a la derecha por la calle del agua. Baja al río, lo cruza junto al molino abandonado y sube por la Carihuela hasta encontrar la pista y descendiendo por ella baja a Mecina.

Si desde Bérchules se sigue por la calle Real sin torcer a la derecha, a la salida del pueblo junto a una fuente y su lavadero sale una vereda que lleva, tras una hora de suave camino, a la Junta de los Ríos. Este es un bello lugar, al igual que todo el trayecto, donde se junta el río Chico y el río Grande de Bérchules. Una variante interesante.

4ª JORNADA. LA ALPUJARRA PROFUNDA.

CÁDIAR – TREVÉLEZ.

DISTANCIA Y TIEMPO ENTRE NÚCLEOS URBANOS.

Cádiar – Lóbras: 5´3 Km 1h 45’

Lóbras – Tímar: 2 ´2Km 40’

Tímar – Juviles: 2 ´1Km 40’

Juviles – Trevélez: 9 Km 3h 30’

La distancia entre Cádiar y Trevélez es quizás excesivamente larga para realizarla en un solo día).

Pedro Antonio de Alarcón(1), nos describe el pueblo de Cádiar en su viaje por la Alpujarra que hizo en 1.872: “El aspecto de Cádiar es de lo más pintoresco, noble y principal que pueda darse. Más que un pueblo agrícola y ganadero, que no es otra cosa, parece lo que fue hace trescientos años; una residencia de príncipes, una mansión de placeres; un Aranjuez, un Versalles, un Capúa. Encontramos algunas casas tan majestuosas, otras construidas en situación tan a propósito para gozar de los encantos del Valle y de la Sierra (…) que Cádiar siguió siendo el Cádiar de mi fantasía, y todos los personajes históricos que pululaban en mi memoria tuvieron holgado albergue en que alojarse”.

Aunque es cierto que todavía existen en Cádiar casas como nos sigue narrando Alarcón “tan cuidadosamente rodeada de huertas y jardines, y tan en contacto con un carmen o huerto, cercado de muros que servían de sostén a lujosas parras”, y que varios de sus barrios conservan su arquitectura popular; su barrio más nuevo, el barrio alto, ha perdido toda su tradición alpujarreña.

(1)ALARCÓN, Pedro Antonio de. La Alpujarra. De Roger, 1998.

Tomamos el GR-7 en el río de Cádiar, en su trayectoria encontramos el polideportivo del pueblo.

En una calle que baja por detrás al polideportivo se encuentra en funcionamiento el molino de Domingo. A este molino de harina lo alimenta una acequia que transporta el agua del río y la aprovecha mediante un pequeño salto para producir la energía con la que unos ejes mueven la pesada piedra. Y así muele sobre otra piedra fija el grano de los cereales, entre otros el maíz cuya harina se usa para hacer las clásicas migas o gachas, o como pienso para los animales.

Delante del polideportivo van los lugareños a recoger agua de la sabrosa fuente del Prado.

Vamos río abajo hasta que este deja de estar canalizado, y allí por un puente lo cruzamos. A partir de aquí siguiendo el cauce recorremos 2 Km por una pista de tierra rodeada de cultivos, entre los que nos asombran las frambuesas y los kiwis.

Hay cultivos de nueva implantación que han tenido buen resultado en esta zona, como es el de la frambuesa. En Cádiar está ubicada la cooperativa donde almacenan, congelan y exportan frambuesas, fresas y moras. Sin embargo la agricultura en la Alpujarra es regresiva a excepción del rápido crecimiento producido por los invernaderos de la costa, o como se le dicen aquí “los plásticos”. En la Alpujarra se siembra pensando principalmente en el consumo familiar, cultivando en pequeñas parcelas y teniendo un mismo agricultor varios bancales a menudo separados entre sí.

A los 15 minutos el camino cruza un pequeño barranco. Enfrente suelen estar a la izquierda unos troncos que, tendidos sobre el curso del río, nos sirven de puente. Si los cruzamos y seguimos ya por su margen izquierdo río abajo durante cinco minutos, para después subir una pequeña cuesta, llegamos al centro de turismo rural Alquería de Morayma, un ejemplo moderno de arquitectura popular alpujarreña.

Una vez traspasado el barranco de Martín Alonso y una chopera que le sigue, tomamos la pista de la derecha. Por este camino nos vamos alejando del torrente y, tras pasar por una fuente camuflada por la vegetación, llegamos al cortijo de La Venta Mora, el cual, tras llevar los últimos años deshabitado, se encuentra semiderruido. De él sale una vereda que transcurre por las faldas del valle Guadalfeo y va acompañando la acequia del Arenal.

A los pocos minutos debemos de estar atentos para dejar la vereda que acompaña la acequia, tomamos un desvío que sale a la derecha, y así empezamos a subir ya con menos verdor entre aulagas, pitas y retamas. Si volvemos la cabeza divisaremos el río desde arriba.

Cruzamos un manto de launa, tierra arcillosa que se utiliza como aislante e impermeabilizante en los tejados planos de las casas alpujarreñas, que se distingue fácilmente por su color grisaceo-azulado. Encima, sobre unos peñones, se suelen posar las palomas torcaces y, de debajo de las rocas, sale alguna lagartija que cruza rápidamente la vereda.

Al llegar a la loma de Martín Alonso el paisaje es único: Lobras, Timar y Juviles descansan sobre las faldas del Peñabón.

Cruzamos la loma siguiendo la dirección que llevábamos para descender por la cuesta de Cádiar, primero entre higueras y viñas y luego entre matorrales, hasta llegar a la rambla de Albáyar. La seguiremos cañada abajo durante unos cien metros, para subir a la derecha pasando junto a las ruinas del cortijo Fausto, por la vereda de la cuesta del Tejar que nos lleva hasta Lobras. Salimos justo a la era de los Llanos, donde encontraremos la carretera rodeada de huertas que nos indica la proximidad del pueblo.

En la Alpujarra, sobre el lugar donde se trillan las mieses, se dice una adivinanza: “Redonda como la luna, en verano come, en invierno ayuna”

Al recorrer las calles de Lobras nos damos cuenta de que sus nombres definen lo que tiene, la Acequia, la Iglesia, la Era, el Chorro. También esta la calle de las Flores y efectivamente podríamos llamar a Lobras el pueblo de las flores, especialmente por la calle Jardín situada detrás de la plaza de la Iglesia que está toda ella abarrotada de macetas.

Tras cruzar hacia el norte el pueblo, pasada la fuente del lavadero y unas balsas situadas sobre las últimas casas, abandonamos el asfalto para tomar una vereda que sale a la izquierda y que va entre encinas, almendros y fresnos. Por esta seguiremos acompañando sólo en un principio la acequia de Lobras y nos iremos acercando a la aldeilla de Tímar que vemos enfrente. Al llegar a un barranco lo cruzamos y pasamos por otra franja de launa, dejamos un desvío que sale a la izquierda y que lleva al pueblo de Nieles y llegamos así a la era del Albercón. Encima tenemos las ruinas donde quemaban con leña el material de las minas de mercurio y a la derecha el camino que lleva al cementerio y que nos conduce al pueblo.

El pueblo de Tímar, con sus solo 22 habitantes, bien se merece recorrerlo por sus bellas calles que aunque siendo pocas son dignas de admirar, sus arcos árabes y su conservada arquitectura popular. Es famoso por su tradición en telares.

Desde el barrio del Retamar, en lo alto del pueblo, sale el sendero que sube a Juvíles.

Sobre este hay un dicho popular que dice: “Cuando la pava llegó a Tímar entró por el Retamar, salieron a recibirla el cura y el sacristán”. ¿Por qué será que a los de Tímar les dicen pavos y a los de Cádiar nos dicen pavicos?

Pasamos debajo de un tajo – la piedra amarilla- que esta encima de Tímar. Se ven hileras de pitas plantadas en su tiempo con el fin de retener posibles piedras que cayeran hacia el pueblo.

Al respecto otra canción popular nos dice: “La piedra amarilla se está cayendo y un pelotón de gachas la está sosteniendo”.

Tomamos una empinada vereda, ya solo vemos del pueblo de Tímar sus tejados planos con cubierta de launa excepto la iglesia que se cubre de teja.

Tras vadear el Salto del Águila nos encontraremos una pequeña senda a la izquierda un poco más abajo de una alberca, aquí tenemos la posibilidad de seguirla y acercarnos al cerro llamado El Fuerte, situado justo encima nuestra.

Perduran las ruinas de su antigua fortaleza y dos aljibes mozárabes. Si esta fortaleza fue en su tiempo un lugar especialmente estratégico, por su difícil acceso, ahora lo es por su amplia panorámica. Se divisan las sierras de Lújar, Gádor, Contraviesa y Sierra Nevada.

Volvemos a nuestra vereda desde donde se ve Juviles a diez minutos, dejamos a la derecha unos desvíos secundarios que van a distintos cortijos, y tras cruzar el barranco de la Umbría ya salimos a una pequeña pista que nos sube al pueblo.

Juviles fue cabecera de partido de todos los pueblos de su alrededor y tuvo gran importancia en la época árabe. En la actualidad tiene unos doscientos habitantes. Aquí como en otras zonas de la Alpujarra podemos hablar de la denominación de origen de jamones de Trevélez. Al estar por encima de los 1200 metros de altitud su curación se caracteriza por tener unos inviernos fríos y veranos secos.

Enfrente de la iglesia, pero al otro lado de la carretera, hay un cartel de madera que explica la importancia que tuvo la comercialización de seda en la época árabe y la fama que tenía Juviles por su calidad y cantidad.

En este punto, hacia la mitad del pueblo subimos por el Callejón, un camino cementado que pasa por una fuente de agua de manantial y un lavadero y nos lleva, tras ver algún morero y otros frutales, hasta el depósito de agua y una alberca. Aquí termina la pista y empieza la senda. Tomamos la que sale a la derecha. Nos encontramos con una zona de caliza, por lo que vemos la calzada de la vereda empedrada y los muros de los balates con esas hermosas piedras amarillentas.

En principio vamos entre huertas y pasamos varias de las acequias que las riegan. Cruzamos una pista, que termina a la izquierda en unos bancales y seguimos encima de ella por unas encinas aisladas.

Ya dejamos los cultivos y a la derecha un hermoso encinar, cuando se queda la balsa a la izquierda. Cruzamos varias veces una pista siguiendo todo recto en dirección noroeste.

Lo que más nos impresiona de este camino es su paisaje tan abierto y a la vez enmarcado por las montañas; el Cerrajón (1507 metros) que es el pico más alto de la Contraviesa, el Mojón (1836 metros) destaca de la sierra de Lújar y el Morrón (2236 metros) y el Puntal del Sabinar (2124metros) sobresalen de la sierra de Gádor.

Cuando ya arriba empecemos a perder de vista la villa de Juvíles y veamos debajo el embalse que aprovecha su agua para regar las huertas, iremos por la vereda girando levemente hacia la izquierda y así pasamos por las cabeceras de los barrancos de Antón y, a 300 metros más arriba, la del Chorrillo. Tras cruzar este, la senda sigue junto a una encina. A continuación pasamos por el barranco de Fuente Medina. Todos ellos llevan agua bastante más abajo. Tras 500 metros del último encontramos una pista.

Tomamos unos metros a la derecha para continuar por una pista principal a la izquierda bordeando una cerca de alambre, y por ella cruzamos un cortafuegos. Ya en la loma nos metemos entre pinos y encinas, y por una pista nos adentramos en el valle de Trevélez donde sobre sale su pico: el Mulhacén. El cortafuegos que acompaña a la pista se termina justo cuando dejamos un ramal que sube fuertemente a la derecha. Algo más adelante dejamos otro ramal a la derecha y esta pista termina en una explanada (llena de troncos de pinos de entresaca) donde empieza a divisarse Trevélez.

Bajamos por una vereda entre chaparros. Tras pasar el barranco del Castaño y un arroyo de agua que nace en el barranco de las Rocas, tomaremos la senda de la derecha. Así no bajaremos al cortijo de los Castaños sino que pasaremos por encima de la era situada más arriba del cortijo. Entonces sobre unos hermosos castaños, sin perder altura nos dirigimos a un leve collado que forma la loma en la parte más baja de los pinos que tenemos enfrente.

Una vez en los pinos, siguiendo nuestra dirección dejamos un desvío que sube a la derecha y cuando hemos atravesado el pinar encontramos enfrente el pueblo de Trevélez. Traspasar la acequia de Cástaras, ya por huertas y frutales (sobre todo nogales) llegamos a Trevélez después de cruzar por la carretera su espectacular río truchero.

¡Qué bonito es ver y así llegar andando a los pueblos!. Trevélez desde arriba tiene una visión espectacular. Sabemos seguro que un plato de jamón serrano nos espera.

A LA INVERSA

De Trevélez a Juvíles el sendero sale de la carretera que va a Juvíles siguiéndola unos cuantos metros después de cruzar el río Trevélez. Al subir por la vereda tras cruzar una hermosa acequia hay que tomar el desvío a la derecha. Al adentrarse en los pinos tomamos la bifurcación de la derecha y al salir del pinar tenemos que ir a la izquierda de unos grandes castaños que vemos enfrente que están encima de una era situada más arriba de un cortijo. Esta vereda lleva a una pista que se sigue y cruza un cortafuegos. Tras bordear una cerca de alambre se deja la pista para descender por una vereda que baja a Juvíles. Sí se tendrá que prestar atención al llegar al primer barranco, el de Fuente Mecina que tiene debajo un nacimiento, que tras cruzarlo se toma el sendero de la derecha.

De Juvíles a Tímar, junto a la carretera que conduce a Bérchules se sale del pueblo por el secadero de jamones, se coge la calle de las escuelas y a su izquierda sale una pista que se convierte en senda después de cruzar un barranquillo.

De Tímar a Lobras sale el GR-7 por unas eras situadas debajo del cementerio de Tímar.

De Lobras a Cádiar bajamos por la carretera que desde Lobras lleva al río Guadalfeo y se une con la carretera A-348. A la salida del pueblo toma una vereda a la izquierda que sale junto a una era. Al llegar a una rambla subimos por ella y pegada a la derecha tenemos que descubrir un camino que sale entre matorrales. Sube hasta una loma, la cruza y la baja por la vertiente del río Guadalfeo para llegar a Cádiar río arriba.

5ª JORNADA: POR EL BOSQUE DE ROBLES.

TREVELEZ – BUSQUISTAR.

DISTANCIA Y TIEMPO: 11,5 Km 4 h.

En Trevélez subiremos un fuerte desnivel callejeando por sus barrios: Desde los 1.450 m, desde donde sale el sendero hacia Juviles en el barrio bajo, a los 1.590 m, desde donde sale el sendero para Busquístar en el barrio alto. Entre el barrio hondero y el barrio altero está el barrio medio que al igual que los otros está cargado de fuentes, lavaderos y tinaos.

Al llegar al barrio alto nos encontramos con el bello rincón del lavadero. Detrás de él nace una de las veredas que suben al Mulhacén. Nosotros seguimos más hacia la izquierda y así salir por la calle Charquillo. Al principio la vereda que tomamos cruza el río Chico para seguir por Laja Albar. Desde aquí vemos bien la ubicación del pueblo de Trevélez, situado a lo largo de la loma que forman sus dos ríos, ríos Chico y Grande de Trevélez. En seguida dejamos un desvío que sale a la derecha, que sube al Chorrillo que es la loma que tiene encima el nacimiento del río Chico.

La vereda sin dejar de perder la panorámica de todo el valle y de Trevélez, cruza una primera pista llegando seguidamente a otra pista de tierra más ancha por la que seguiremos unos 600 m. Dejamos la pista para tomar una vereda que sale a la izquierda para llegar, ya perdiendo la vista del pueblo, al Cortijo de la Loma. Desde aquí continuamos loma abajo y encima de una era abandonada torcemos a la derecha. Ya entre pinos cruzamos un pequeño arroyo, el barranco Navarro, el cual desliza sus aguas abriéndose camino sobre la pizarra. Al pasarlo tomamos la vereda de la izquierda y pocos metros más adelante la de la derecha.

Al salir del pinar cruzamos por un encinar abierto y poco poblado y tomamos una vereda que baja a la izquierda en sentido contrario al que veníamos. Si siguiéramos adelante llegaríamos al cortijo Trance que tiene un corral donde guardan las vacas. Descendemos zigzagueando o “dando revueltas” como vulgarmente se le dice aquí, hasta llegar al cortijo de los Corrales. Nos encontramos a la izquierda una vereda principal que sube del paraje Lacalahorra, una linda cortijada habitada con su fuente arriba y la era en la parte baja.

Para llegar al cortijo de los Corrales tenemos que pasar una cancela de alambre. El sendero va por encima de este cortijo, junto a un cerezo. El cortijo se encuentra recientemente semiderruido tras rajarse al haberse producido unos movimientos de tierra. Pasamos por su era y seguimos recto por una pradera para salir primero a una cerca que abriendo su puerta junto a una encina llegamos más adelante a otra más antigua.

Así nos adentramos para cruzarlo, en el frondoso barranco de la Bina. Su cara este, ligeramente orientada hacia el norte, es salvaje; los helechos y las rascaviejas sobresalen en este sotobosque que se forma en su robledal. En la primera parte, la zona más baja, conviven los robles con los pinos. En medio pasamos una acequia que ya no se utiliza para transportar el agua porque se ha sustituido por un tubo por donde va su conducción.

Desde que cruzamos el río hemos subido un fuerte desnivel durante 300 m de recorrido. Así tras unos 30’ llegamos a una carretera de tierra. Por ella cruzamos un barranco y la seguimos algo más de cinco minutos. Luego continuamos por una vereda que va debajo de la pista y paralela a ella, hasta llegar al cortijo del Viso. Pasamos junto a su corral adosado bajo un castaño y por una era que ocupa toda su entrada. Si nos acercamos a las rocas que tiene delante veremos que este lugar es un buen “viso” del barranco de Trevélez.

Siguiendo en la misma dirección vamos entre pinos y encinas, y tras cruzar por un barranquillo continuamos andando por el borde de un pinar. Al adentrarnos en un helechal cruzamos un barranco con numerosos diques. Al poco tiempo dejan los pinos de hacernos compañía a la izquierda. En medio de la loma nos encontramos con un desarbolado y con un camino que se cruza con el nuestro. Nosotros seguimos recto entrando en un robledal con un sotobosque más hermoso que el anterior, si cabe: las jaras, rompesayos, las genistas ofrecen un salpicado de colores a ambos lados de la vereda. Por el bosque cruzamos tres pequeños barrancos, uno con olor a orégano, otro a retama y gayumbas y el otro a jaras.

Encontramos en el suelo unas piedras rojizas oscuras, casi negras, cargadas de hierro, que nos avisan que a la derecha están los restos de las minas de Mª Cristina. Al pasar junto a ellas dejamos la vereda que sigue recta a Pórtugos y torcemos a la izquierda. Bajando, en seguida encontramos una pista por la que descenderemos (230 m de desnivel en 700 m de recorrido), hasta que en una curva pronunciada tomamos a la derecha una vereda, dejando esta pista que metros más abajo llega a la carretera. Antes más arriba, pasamos por otra curva de parecidas características, pero de ella no sale claramente una vereda.

La senda se va introduciendo a la derecha para cruzar los dos barranquillos del tesoro. Tras ellos atravesamos la frondosa loma de los Cotos, y más adelante la ancha acequia de Busquístar. A partir de aquí bajamos bruscamente hacia el pueblo.

6ª JORNADA. ENTRE BARRANCOS

BUSQUÍSTAR-BUBION

DISTANCIA Y TIEMPO ENTRE NUCLEOS URBANOS

Busquístar – Pórtugos: 2,2 Km 50′

Pórtugos – Atalbéitar: 1,2 Km 40′

Atalbéitar – Pitres: 2 Km 40′

Pitres – Capilerilla: 600 m 30’

Capilerilla – Bubión: 4 Km 2h

Desde el barrio alto de Busquístar (“paraíso escondido de los mozárabes”), el Albayzín, seguimos por la carretera, hacia el oeste, unos metros para luego tomar una vereda que va por encima de esta. Al otro lado de la carretera está la Mezquita, unas “ruinas moras” situadas sobre una atalaya de rocas que son un verdadero mirador del pueblo y de todo el barranco. Rapidamente llegamos a la fuente ferroginosa mas famosa de toda la Alpujarra: al Agua Agria de Pórtugos.

En Pórtugos podemos visitar sus plazas: la Nueva, la Vieja y la de la Churriana, esta última con una cascada y un lavadero dentro de una cueva. Desde la carretera bajamos por una senda hacia el sur durante un kilómetro, para girar a la derecha y cruzar por un pequeño puente el barranco de los Castaños. Y así entramos en el pueblo de Atalbéitar que llegamos junto a su lavadero.

Salimos por las escuelas. Seguimos por la carretera asfaltada dejando dos desvíos a la izquierda que bajan a unos cortijos, el primero a la Viñuela y el siguiente al de la Umbría. Dejamos la carretera en una curva que hace esta a la derecha, para ya por una senda envolvernos dentro del barranco de Bermejo. Cruzamos su río y mas arriba su acequia, todo él repleto de vegetación: de enormes castaños con un sotobosque de helechos y gayumbas. Pasamos por la puerta de los Albergues y en unos metros entramos en el pueblo de Pitres.

Pitres es la capital del territorio conocido históricamente como la Taha de Ferreirola. Aquí se ha seguido conservando el topónimo nazarí de Taha que engloba la distribución árabe de un enclave El nombre de Pitres se deriva del latín de “petra”: piedra o roca. Si llegamos un viernes nos encontraremos con el mercado.

Desde su iglesia del siglo XVl salimos en dirección norte, a las afuera del pueblo encontramos un lavadero y por un bonito barranco de hermosos castaños subimos los 100 de desnivel que separan los dos núcleos de población y así llegamos a Capilerilla.

Pequeño y coqueto pueblo, el mas alto de la Tahá a 1.350m., donde se hallaron restos de un templo visigodo del siglo Vlll.

Entre huertas salimos del pueblo en dirección noroeste. Cruzamos por la vereda la acequia Real y un ramal de una pista, para mas arriba salir a otra pista que la seguiremos hasta que esta gire a la derecha. Y así otra vez por la vereda pasamos por el barranco de la Sangre.

Aquí hubo un fuerte enfrentamiento en la “Guerra de la Alpujarra” entre el ejercito morisco de Aben Humeya y el cristiano mandado por Fernando ll. Tan dura y sangrienta fue la lucha en este barranco que se quedó y aún perdura, con el nombre de “Cañada de la Sangre”.

Tras un repechon nos volvemos a encontrar una pista que la cruzamos y así por el Peñón, que separa administrativamente los dos municipios, entramos en el valle del Poqueira. La panorámica de todo el barranco, sus tres pueblos dominados por el pico del Veleta, es especial. Ya por un encinar descendemos a Bubión el mas pequeño de los tres pueblos que habitan el valle de Poqueira.

7ª JORNADA. LA ALPUJARRA OCCIDENTAL

TIEMPO ENTRE NUCLEOS URBANOS

Bubión – Pampaneira: 30’

Pampaneira – Soportújar: 2h

Soportújar – Cáñar: 2h

Cañar – Lanjarón: 2h

Bubión ocupa la zona central de la cara oeste del barranco del Poqueira. Encima está Capileira y también se merece una visita subiendo por un pequeño sendero que los une durante 35 minutos. Allí podremos recorrer sus callejones y plazas o visitar el museo de Artes y costumbres populares y aprovechamos para comprar una hogaza de pan, cocido en horno moruno.

De Bubión salimos de su iglesia, levantada en el siglo XVl junto a los restos de un antiguo torreón árabe de la época nazarí, situados en la parte baja de Bubión.

Para bajar a Pampaneira descenderemos desde esta plaza con su fuente central por el antiguo camino que baja directamente entre huertas y cruza el barranco del Cerezo.

Tanto en Bubión como en Pampaneira abunda la artesanía. Podemos encontrarnos recorriendo sus bellos callejones diversos talleres: que trabajan la piel, de cerámica metalizada, de espejos y repujados, de telares (tapices, alfombras, cortinas, mantas y hasta prendas de vestir), etc.

También nos encontraremos, mientras bajamos las encaladas y cuidadas calles de Pampaneira, con sus fuentes (de los poetas, de agua agria de Sonsoles, de San Antonio, del Cerrillo, etc.) y lavaderos.

Salimos por la calle Verónica y pronto llegamos a la carretera que baja a Órgiva, cruzamos por ella el puente del río Poqueira junto a la Central Eléctrica de Pampaneira. Seguimos unos metros mas por la carretera para tomar una senda que sale a la derecha y que transcurre bajo a una acequia. Por esta vereda de Cachariche pasamos por cortijos y cruzamos dos barrancos con castaños, hasta que ya en la loma dejando el valle, pasamos la legendaria Venta del Aire, cortijo con sillas en la puerta que forma una calle por donde pasa el camino, y así salimos a una carretera secundaria (que lleva al vivero forestal y también al centro budista O.Sel.Ling “Lugar de la Luz Clara”) por la que subimos unos 300 metros, para dejarla y ya bajar por una senda que va mas arriba de las minas de Fátima y llega al polideportivo y cementerio de Soportújar. Ya por su carretera cruzamos el barranco de la Utrera y nos encontramos con un pequeño pueblo alpujarreño de 230 habitantes.

Soportújar “lugar de soportales” y efectivamente encontraremos “tinaos”, espacios cubiertos entre las calles.

Desde la plaza de Abastos, vamos recorriendo sus calles: la del Reducto junto a la iglesia, que nos lleva por la derecha a la calle Real; la calle de la Fuente, que tiene un muro bajo que permite ver los frutales: los naranjos, olivos, nogales e higueras, con los que cuentan los huertos de Soportújar; y la calle de la Era, por la que pasamos por un depósito de agua.

Nos encaminamos hacia Cáñar tomando un desvío a la derecha y por una vereda empinada subimos, por el principio del Barranquillo, hasta la acequia de los Parrales, llamada así, porque estaba rodeada de viñas. La seguimos en dirección ascendente, pero ya casi llaneando, y pasamos por el molino de los Parrales primero y por el de Cuscurra. Aquí dejamos la acequia para bajar por la vereda hasta el dique 24. Un hermoso mirador nos recibe ofreciéndonos una cascada rodeada de exuberante vegetación, por la que se deslizan sus aguas sobre un muro de 30 metros construido todo en piedra,. Esta zona es un buen lugar para descansar y de por sí es un motivo ya suficiente para recorrer este sendero. Por encima de ella cruzamos el río Chico. Al pasar el dique hay un pequeño camino que nos permite situarnos debajo de la cascada. Al seguir cruzaremos por una especie de terrera que se llegó a formar por el corrimiento de tierra que produjo las lluvias del tormentoso invierno del año 1997. Pasamos por el barranco de Barjas, debajo del cual estaba su poblado que fué destruido por una riada, y más adelante por el paraje de los Sotillos con sus nogueras que tiene encima una hermosa fuente.

Justo antes de llegar al cementerio de Cáñar nos encontramos con una ermita ya abandonada encima de una era. Hasta aquí sacaban la procesión los cañaretes en Semana Santa, y la hacían coincidir con la de Soportújar que la sacaban hasta su era que se ve desde aquí justo enfrente. Las vistas de Soportújar y de las huertas que le rodean son un regalo como recompensa por los pasos andados.

Su Iglesia parroquial Santa Ana está entera blanqueada (tiene un retablo barroco) y junto a ella hay un pilar central octogonal. En esta antigua fuente de la plaza se suele jugar en verano a la “calailla” juego en el que se van echando agua unos a otros.


Sendero Alpujarra GR-142

ETAPA TRAMOS ENTRE POBLACIONES Km.
1 Lanjarón Órgiva 7
2 Órgiva Mecina Fondales 17
3 Mecina Fondales Ferreirola 1,68
Ferreirola Busquístar 2
4 Busquístar Notáez 4
Notáez Cástaras 3,5
5 Cástaras Nieles 2,25
Nieles Lobras 4,4
Lobras Cádiar 8
6 Cádiar Jorayrátar 9,92
7 Jorayrátar Los Montoros 7,72
Los Montoros Las Canteras 2,4
8 Las Canteras Darrical 3,1
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1ª Jornada. Lanjarón – Órgiva.

En Lanjarón vemos árboles de aguacates. Y nos impresiona como convive su bosque de castaños con los árboles tropicales. Eso nos da una idea del suave clima que tiene este pueblo de sierra (su municipio sube hasta los 3.150 m. de altura) y por eso no nos asombra que sea un lugar de terapias, de relax, de descanso. Más si el agua, sus propiedades mineromedicinales, sus baños termales, acompañan a esta búsqueda de bienestar, que podemos encontrar en estos parajes. Nosotros desde aquí animamos, con un poco de movimiento, de respiración, a andar. A la vez que de una forma pausada recorremos estas montañas y las vamos conociendo, sentimos su entidad especial, su historia, sus costumbres y tradiciones y toda la naturaleza que conservan.

Cruzamos todo el pueblo de Lanjarón (dirección este) por su alargada calle principal, que era el antiguo Camino Real que unía Granada con la Alpujarra, por donde hoy circula la carretera. A su salida, tras pasar el río Lanjarón, podemos adentrarnos unos metros por la izquierda en el “Camino de la Sierra” para tomar agua de la última de las fuentes de los numerosos manantiales que cuenta Lanjarón.

La carretera, tras cruzar un par de arroyos y dejar el sendero GR-7 que sube a Cañar, la abandonamos, y subimos a la izquierda por una pista que en un principio está cementada, siguiendo el mismo camino que el que se utiliza en la romería a la Ermita el día de la Cruz de mayo (el día 3). Dejamos esta pista algo mas arriba, tras una amplia curva. Y así tomamos una vereda que, con un bonito empedrado y sobre unas rocas, nos subirá a la Ermita del Tajo de la Cruz.

Lanjarón es uno de los pueblos alpujarreños que cuenta con mas ermitas: seis. La de la Cruz es impresionante por sus vistas.

“En estos pagos solían celebrarse los más sonados aquelarres de toda la comarca. Por este motivo, en la última década del s. XVIII, se colocó una cruz sobre el peñasco más elevado del promontorio con el propósito de defender aquel paso obligado hacia la Alpujarra de las supuestas brujas que allí se reunían y sus temidas tropelías nocturnas”. Nos cuenta Eduardo Castro.

Dejando el Peñón de la Cruz, seguimos una pista subiendo entre olivos, sin tomar desvíos segundarios a la derecha, y llegamos a divisar otra hermosa panorámica: hacia el sur vemos el valle del Guadalfeo rodeado de empinadas montañas. A la izquierda dejamos otro desvío que sube hasta lo alto del Cerro, este ahora coronado por numerosas y altas antenas para los teléfonos móviles.

Pronto llegamos a la pista que tomamos inicialmente, donde atraviesa en alto una acequia. Es la acequia de los Machos, la misma que hemos cruzamos en la Ermita del Tajo de la Cruz.

En una curva a la derecha abandonamos por el momento la pista, para subir por una vereda a la Venta de los Herradores, donde volvemos a la pista y la seguimos recta, dejando los distintos desvíos a los lados, encontrando que el porte de la vegetación empieza a ser mas bajo. Estamos en la máxima altura de esta ruta. Unos eucaliptos y unas acacias son los últimos árboles altos que sobresalen. A unos 150 m. de estos árboles que se encuentran junto a un corral de ganado, dejamos la pista, cuando empieza ya a casi llanear y poco antes de que a esta le salga un ramal. Aquí nuestro sendero besa al GR-7, ya se divisa arriba el pueblo de Cáñar, y más adelante aparecerá el de Soportújar. Nosotros seguimos por una vereda con olor a lavanda y romero.

Pasados unos almendros aparece a la izquierda una fuente que a través de una goma trae el agua de su nacimiento que vemos algo mas arriba, junto a unos juncos y una higuera. Va alimentando esta fuente una alberca que nos encontramos junto al camino. Y aquí, en este paraje que se llama Caña Morada, empieza el nacimiento de un barranco. Veremos otra alberca mas abajo junto a unos eucaliptos. ¡El agua que había se aprovechaba!.

En esta zona rocosa de caliza, dejando a la izquierda un cortijo con animales, divisamos ya Órgiva en medio de su frondoso valle. Comenzaremos a bajar, cada vez más bruscamente, hacia el pueblo. Y así llegamos al río Sucio. Se le conoce así porque se enturbia mas arriba con unas vetas de “launa”, tierra arcillosa de color grisáceo que se utiliza para los terraos de las casas por su alto grado de impermeabilidad.

Hacia arriba se encuentra una comunidad de tiendas “tipis”. Nosotros bajamos por el margen izquierdo del río, y a unos 900 metros llegamos a la carretera, junto a la barriada de Las Barreras. Con este nombre se le conoce también a este río.

La carretera, que tomamos a la izquierda, la dejamos al llegar a una casa en la que pone: “Se curan verrugas, herpes, sinusitis, etc.”. Una vereda nos acerca a Órgiva, tras pasar por las ruinas de un cortijo, un antiguo molino de aceite. Por su grandeza nos imaginamos las moliendas que tuvo. Solo tenemos que cruzar el río Chico para adentrarnos ya en el centro del pueblo.

2ª Jornada. Órgiva – Mecina Fondales.

Esta jornada, con una distancia especialmente larga entre sus pueblos, comienza al este de Órgiva. Mas arriba de su instituto, sale el camino a Tíjola. Va cruzando el río Seco y el barranco Hondo y atravesando entre olivos numerosos cortijos con flores en sus porches y hermosas huertas. La carretera sigue asfaltada hasta el cortijo Granadino. Nosotros la seguiremos hasta pasar la Cortijada de los Angustines. Allí subimos por un barranquillo de adelfas y granados bajo la sombra de eucaliptos, dejamos un pequeño carril a la izquierda que se introduce en un cortijo y continuamos por la vereda que sube hasta la acequia de las Ventanas. La seguimos a la derecha un trozo, lleno de vegetación, para cruzarla (una laja hace de puente) y continuar subiendo por una vereda hasta el cortijo Cuatro Vientos situado junto a la pista. Al mirar hacia atrás vemos árboles cargados de limones que nos pueden recordad el título del libro best seller del escritor Chris Stewart, que describe su vida en esta zona.

Seguimos la pista, convertida ahora en un carril de tierra. Pasado un cortijo dejamos el carril que sale a su derecha (este baja cerca de la junta del río Cádiar con el Trevélez – Poqueira). En la siguiente curva pasamos un viso y nos adentramos en el valle, que nos puede recordar a los de la cordillera del Gran Atlas.

Tras el cortijo de la Cenicera, obviamos un carril que sube a la izquierda y cuando llegamos al cortijo El Duque ya abandonamos definitivamente la pista para alcanzar el río. Bajamos entre cañizos y volvemos a cruzar, sin apenas darnos cuenta, la acequia Ventanas, así nos aproximamos al cauce y subimos por él 200 metros para desviarnos a la derecha y llegar al río Trevélez – Poqueira. Ochocientos metros mas arriba se unen el río Poqueira y el río Trevélez, por eso a esta zona se le llama La Junta. Al cruzar el río por un curioso puente de madera, podremos ver debajo las piedras de color marrón, que las ha tintado el agua ferruginosa que lleva su cauce.

Seguimos río abajo por una pista que llega al cortijo Valero, que tras pasarlo sube serpenteante siguiendo aproximadamente el recorrido de lo que era un antiguo Camino Real. En un principio subiremos un fuerte desnivel entre gayumbas y retamas, asomando alguna higuera y algunas parcelas de almendros todavía cultivadas. Podremos ver entre ellos una base de cemento, que era la plataforma de un teleférico minero.

Cuando ya alcanzamos cierta altura, aparecen a la izquierda las ruinas del cortijo Hoya Monte situado fuera de la pista junto al frescor de las encinas, allí donde suelen cobijarse las ovejas. Y encima el Algibillo Quebrado. A la derecha gusta ver los enebros con ese porte tan considerable, junto a la repoblación de pinos.

Esta zona, conocida como la loma de Campuzano, hasta hace poco estaba cultivada de almendros y viñas. Las viñas las fueron abandonando, según nos cuentan sus dueños, entre otros motivos por que se las comían los jabalises. Dicen que todas estas uvas daban para 800 arrobas de vino. Ellos y los arrieros bebían del aljibe árabe que nos encontramos tras una curva. Este se alimentaba de una acequia que recogía las aguas de lluvia. Aquí nos sorprende un paisaje muy diferente (a ese cambio topográfico que ocasiona que se vea por primera vez una extensión se le llama en nuestra comarca un “viso”.). Enfrente, un mosaico de pueblos adorna la ladera de la gran montaña.

A la izquierda, fuera del camino, dejamos las ruinas de un trasformador que sirvió para darle fuerza a los vagones aéreos que llevaban el mineral de hierro de las minas del Conjuro a la estación de Rules (al sur) y desde allí, ya cerca de Motril, lo bajaban en camión al puerto. El caso es que toda esta instalación solo se utilizó por 13 años y medio. Desde julio de 1955 que empezaron, hasta finales del 68 que ya paralizaron la extracción del mineral.

Tras esa larga subida, llegamos al punto mas alto de la jornada a 1.100 m. Mas adelante dejamos la pista, que vemos que continua subiendo, para tomar a la izquierda por otro carril que baja al Corral Forestal y al menos nuevo el Corral de Castilla. Desde aquí, una vereda empedrada nos conduce a esos pueblos que vemos justo enfrente. La bajada en zigzag (escarihuelas se le llaman aquí) se abre camino entre rocas cubiertas de vegetación.

El río Trevélez se cruza por un puente del que merece ver toda su base de piedra y un molino adosado en el que se descubren sus piedras de moler.

En la otra vertiente continuamos a la izquierda (a la derecha hay entre las rocas una pequeña poza junto a unos alisos), y entre huertas, acequias, castaños, acacias y sauces, alcanzamos junto a una fuente el pueblo de Fondales. Desde aquí otro camino de herradura sube hacia el norte y por él podemos llegar a Mecina donde se encuentran hoteles y restaurantes para el avituallamiento. Mecina Fondales es el nombre que se le da a la unión de estos tres pueblos: Fondales que está abajo, y Mecina y Mecinilla arriba, mas cercanos entre sí.

3ª Jornada. Mecina Fondales – Busquístar.

Esta corta jornada con suaves desniveles, atraviesa tres pueblos de los que merece la pena recorrer todos sus rincones y aprovechar todas sus fuentes a las que le suelen acompañar un lavadero público. Son pueblos pequeños, cercanos, que conservan su peculiar arquitectura, con casa agrupadas y adaptadas a estas pendientes pronunciadas y conservando su tradicionales terraos planos cubiertos de launa. Están rodeados de huertas y eras y con una luminosidad especial que acrecienta su belleza.

Este sendero coincide con otro sendero que está marcado de color blanco y amarillo.

Fondales – Ferreirola.

A estos pueblos que se incluyen dentro de la Taha de Pitres (Taha es el nombre que aún se conserva de las divisiones territoriales según jurisdicción), antiguamente se les llamaban Mecina de Ferreira, por la abundancia en esta zona del mineral del hierro. Y así, nada más que salir de Fondales hacia el este, nos topamos con una fuente agria, de agua ferruginosa, con cualidades digestivas y reconstituyentes, por sus numerosos minerales.

Al pasar la fuente y su barranquillo de nogales, subimos por la pequeña vereda que nos lleva entre los cultivos en bancales (aterrazados) a la Alberca del Lino ¡Qué impresionante castaño se alza junto a ella! Esta alberca toma el agua de un barranco que cruzaremos enseguida.

Entre rascaviejas y aulagas llegamos a otro barranco y ya cerca del pueblo dejamos a la derecha un desvío que viene del río. Subimos un poco y nos adentramos en Ferreirola.

Ferreirola – Busquístar.

Tras beber agua de algunos de los caños de la fresca fuente cercana a la iglesia, vemos que sale hacia arriba un sendero que va al precioso pueblo de Atalbéitar. Nosotros seguiremos a la derecha de la fuente, hacia el este, por un camino que cruza dos frescos barrancos: Uno rodeado de helechos con una fuente gaseosa. Y otro, por donde pasa agua, el barranco de las Guardas, cubierto de chopos y algún castaño y con otra fuente la de Paula.

Entre ambos nos encontramos con la era del Trance acompañada de un castaño. En esta zona, a igual que ocurre en la de Cádiar, aún se planta y se recolecta a mano, con hoz o guadaña, los cereales (que los usan para alimento de los mulos). Aquí no llegan las segadoras ni las trilladoras. Todo este abrupto terreno no está tan abandonado y se cultiva manualmente con ayuda de animales.

Dejamos la vereda, que se insinúa como la principal, que baja al río, a un antiguo hermoso molino “la fábrica de harina”. Desde este molino se podría subir por otra Carihuela a los ahora en ruinas baños de Panjuila. Vemos enfrente esta vereda y a su izquierda el barranquillo que baja lleno de vegetación gracias al agua que desciende de estos antiguos baños.

Subimos entre encinas y fresnos y al llegar a un viso, en la cresta, nos encontramos debajo de la Mezquita. Estas ruinas con fuerte valor arqueológico se encuentran sobre una atalaya de rocas que constituye un hermoso mirador.

Continuando por nuestro sendero alcanzamos una pista, la seguimos unos pocos metros para dejarla en una curva, y así continuamos directos hacia Busquístar, que es el pueblo que tenemos enfrente a 600 metros. Nos encontramos acequias junto a las moreras y las aprovechamos para limpiarnos las manos rojas que inevitablemente se nos han puesto chorreando al coger moras. Tras cruzar un tupido y fresco arroyo, entramos, entre nogales e higueras, al pueblo.

4ª Jornada. Busquístar – Cástaras.

Busquístar – Notáez.

De la parte baja del pueblo sale el camino a la carihuela. Un cartel de Camino al río junto a un hito con una señal amarilla y blanca nos hace ver que este sendero sigue coincidiendo con otro P.R. hasta el cruce de la Venta del Rellano. Cerca de aquí también al sur sale el camino que viene de Ferreirola, un poco mas al oeste. Pero merece la pena subir por las estrechas calles de Busquístar, saborear el agua de sus fuentes y recorrer sus tinaos.

Al tomar el camino, encontramos en la bajada un moral y seguidamente otro junto al cortijo Cacerías. Aunque ya pasó el esplendor y la fama de la calidad de la seda que tuvo la Alpujarra en la época árabe, ahora no hay sabor que más se agradezca que el fresco fruto de la mora en los paseos de verano.

En el río había un molino, vemos a la izquierda la acequia que tomaba el agua que le servía como energía para mover las aspas que empujaban las pesadas piedras. Enfrente, por donde seguiremos, vemos unos tajos y nos sorprenderemos cuando entre ellos nos encontremos un camino tan bueno.

Subimos la carihuela (en zigzag) entre encinas y jaras y algunos almeces, acompañados de matas de mejorana. Y ya casi arriba se divisa lo que era la salida de la estación aérea que transportaba el mineral de las minas del Conjuro a la estación de Rules. Llegamos a la carretera después de pasar una acequia y dejar a la derecha la Venta del Rellano junto al nogal y los árboles frutales que la rodean. En septiembre su terrao (techo plano de launa) suele estar cubierto de higos y algunos tomates puestos a secar. Desde aquí si miramos hacia atrás, aún vemos el pueblo de donde partimos.

Dejamos a la derecha la carretera que lleva a Almegíjar y Torvizcón, y mas adelante dejamos a la izquierda la que cruzando el Cerro del Conjuro sube hacia Trevélez. Y continuamos unos trescientos metros por la carretera de Cástaras. Esta la abandonamos para tomar a la derecha una vereda que nos llevará a Notáez. Bajamos, solo en un principio, paralelos a una línea de luz; enseguida cruzamos una acequia y una zona de retamas, para continuar por la loma y más abajo introducirnos en el barranco. En mayo está repleto de flores amarillas, ya que está todo él cubierto de retamas. Al salir del barranquillo bordeamos El Calár, un tajo de piedras de caliza, y nos introducimos en una senda que va atravesando paratas de olivos. Tras cruzar una pequeña acequia nos encontramos un cruce, tomamos a la derecha la vereda ya mas marcada que nos llevará entre numerosas huertas y variados frutales a Notáez. Lo primero que nos recibirá es un lavadero abierto de uso diario y rodeado de flores, como la mayoría de sus calles. Mas abajo, en medio de la plaza la Fuente, un pilar de piedra con cuatro caños. Este pueblo conserva, sus casas de dos plantas, numerosos tinaos y una belleza singular

Notáez – Cástaras.

A la derecha del lavadero del Chorreón de Notáez sale el sendero a Cástaras, cerca del sendero que baja de Busquístar. Primero trascurre por una vereda bien marcada, con olivos, higueras, moredas y almeces. Pero al separarnos del pueblo, de sus huertas y árboles frutales, el camino es menos claro y más seco, con pitas y romero. Cruzamos un barranco y llegamos a alcanzar una cresta. A partir de aquí el sendero sube en zigzag hasta llegar a unos almendros y se introduce en ellos por la loma del algibillo.

La subida continúa mas suave, pasa por algunos chaparros, hasta que divisamos rodeado de árboles y rocas el pueblo de Cástaras. Cruzamos una pista y más abajo una vereda, ambos caminos salen a la derecha hacia el cementerio. Y tras pasar por un barranquillo entramos en el barrio bajo de Cástaras por la Punta de la Calle.

5ª Jornada: Cástaras – Cádiar.

Cástaras – Nieles.

Los kilómetros separan Cástaras de Niéles por una carretera asfaltada y poco transitada. Para cogerla hay que bordear la iglesia y pasar junto a la casa de Pura, la curandera mas famosa de la Alpujarra. El camino primero va rodeado de rocas y tras una subida alcanza un collado, por el cual pasa el transvase de Sierra Nevada. Hasta aquí llega el agua aprovechando la acequia de Cástaras, una larga e impresionante (por su recorrido) acequia que toma el agua del río Trevélez, por encima del pueblo. Desde aquí baja, para cruzar el Guadalfeo, y con un sistema de sifón sube el agua a la Contraviesa.

A la izquierda vemos las ruinas de unas minas, donde se transformaba el mineral y el tubo de la chimenea donde se condensaba el mercurio. Al empezar a bajar ya se divisa Nieles y a 300 metros del pueblo, al cruzar un barranco, aparece entre unas rocas la fuente del Chorrillo. (Un poco antes encontramos otra, pero está mas turbia ya que el agua pasa por una charca).

Nieles – Lobras.

En un bonito recoveco del pueblo de Niéles se encuentra escondida la fuente de Arriba bajo las yedras y junto a las higueras, y al lado sale otro surtidor que vierte sobre el lavadero, todos estos caños hacen escuchar distintos sonidos de los chorros del agua, que van a desembocar a un estanque que se encuentra junto a las huertas. La otra fuente, la de Abajo está junto al centro de salud y al bar de los pensionistas. Esta también tiene su lavadero y de ella sale la vereda para Lobras. Lo primero que nos encontramos junto a este empedrado camino es la muela de un molino, y es que encima se sitúa una antigua y gran almazara donde molían la aceituna de todos los alrededores. Este sendero nos baja al arroyo de Niéles. Al cruzarlo y subir por la otra vertiente vemos que aquí las encinas sustituyen a los olivos y predominan más los fresnos que los almeces. En primavera veremos en flor las jaras, las gayumbas y las retamas y en verano oleremos las flores del orégano y del tomillo. Al separarnos del río, ya con menos vegetación, la subida se va haciendo mas suave hasta alcanzar una pista. Debajo de esta está enterrada una acequia: la seguiremos. Se nos pierde la panorámica de Niéles cuando bordeamos una loma y entramos en la zona de Lobrasán. Pasamos por unas albercas y llegamos a una pista de tierra. A la derecha está el cortijo de los Arcos. Merece la pena ver las ruinas del acueducto que pasaba por el mismo cortijo. Nosotros seguiremos la pista a la izquierda durante 2´2 kilómetros para llegar a Lobras. Bajamos, dejando un par de desvíos a la derecha, hasta llegar al barranco de Lobras y tras cruzarlo subimos por la pista hasta el pueblo.

Lobras – Cádiar.

Merece la pena adentrarse en los callejones detrás de la plaza de la iglesia todos ellos cubiertos de plantas, y es que podríamos llamar a Lobras, por las macetas que le dan colorido a todas sus calles, el pueblo de las flores. Mas arriba, en el barrio del Chorro nos encontramos la fuente del Lavadero. Enfrente de ella junto a un nogal tomamos el camino que va entre olivos cruzando un par de barranquillos para llegar a la era de Fuentezuelas (sobresale un ailanto como único árbol junto a ella). Seguimos a la izquierda y alcanzamos una primera loma, esta tiene unas higueras inclinadas hacia el este, dirección que seguimos hasta que alcanzamos la siguiente loma por donde trascurre la vereda de la Escalona. Bajamos por ella y cuando se bifurca el camino tomamos el de la izquierda, que pasa por un poste de cemento de la luz. Esta vereda nos bajará hasta la Rambla de Albáyar justo en el punto donde coincide con el sendero GR-7, el cual también pasa por Lóbras.

Nosotros seguimos descendiendo toda la rambla hasta desembocar en el Guadalfeo. Allí llegamos a una carretera y la tomamos a la izquierda para cruzar este río. Desde el puente se ve un poste con un molinillo de viento y unas placas solares que sirven para alimentar el caudalímetro que va midiendo la cantidad de agua que lleva en este punto el río.

Tras cruzar, dejamos la carretera para subir por la rambla del Lagarto. Pero la dejaremos enseguida, para adentrarnos a la izquierda en el cortijo del Buen Humor: un antiguo molino de aceite rodeado de olivos. Ya detrás del cortijo empezamos a subir por la loma. Tras un fuerte desnivel atravesamos un pequeño descampado y así entramos en el encinar por un pequeño cortafuegos. Este sube hasta el cerro del Almirez, pero nosotros lo dejamos y bordeamos su cumbre, tomando a la izquierda una vereda mas suave. Nos hemos adentrado en lo que es el bosque Mediterráneo: el encinar con su sotobosque de jaras y retamas.

A la vez que tomamos altura por la loma vuelven los cultivos de almendros e higueras. Nos encontramos una pista justo cuando pasamos por una era abandonada (y restos de las ruinas de los muros del cortijo “de los zapateros”). Seguimos rectos por la pista hasta llegar a las ruinas del cortijo Cayón (con este nombre se le conoce a la loma que recorremos en su totalidad). Aquí dejamos la pista para subir por una diminuta vereda y por ella mas arriba volveremos a encontrarnos con una pista de tierra, junto a una alberca vacía a la izquierda y unas viñas a la derecha. La pista la tomamos a la derecha y vamos cruzando los distintos cultivos de secano típicos de esta zona de la Alpujarra: almendros, higueras y viñas. Enfrente de unas higueras hay un cruce que continuamos rectos, pero si nos desviásemos a la izquierda enseguida llegamos a unas viñas puestas en espalderas. Encima de ellas tenemos un buen mirador sobre la cara sur de Sierra Nevada, donde se divisan diez pueblos alpujarreños sobre sus laderas. Siguiendo nuestro camino nos encontramos con una estación meteorológica (podremos ver los datos de la temperatura, humedad, cantidad y dirección del viento, las lluvias, diariamente en la página web: www.alqueriamorayma.com/estaciones.htm ).

Hemos llegado a la carretera A-348 justo donde se encuentra a la izquierda el centro agro turístico Alquería de Morayma, un alojamiento con comedor con una arquitectura digna de visitar y con una arboleda que invita a un paseo por sus alrededores: la granja, las fuentes que rodea la sala de trabajo y la ermita.

Antes de alcanzar la carretera junto a una rústica parada de autobús, nos despedimos si miramos hacia atrás de Lobras, Jubiles y Tímar, pueblos que se perderán ahora de nuestra vista. Seguimos la carretera A-348 a la izquierda y a 5 minutos dejamos a la derecha el cruce de la carretera A-345 que lleva a Albuñol y baja a la playa. Cien metros mas adelante nos encontramos la planta de transferencia. En este lugar comprimen la basura que se trae de los pueblos de los alrededores y la trasladan a la planta de Vélez Benaudalla. Desde aquí podríamos seguir la carretera 600 metros hasta que cruza un barranco, pero para ahorrarnos el asfalto tomamos a la izquierda una pista de tierra. Esta, en un principio, se divide y continuamos a la derecha. Mas adelante cuando la pista comienza a bajar se divisa enfrente los pueblos de Los Bérchules y Alcútar debajo de los Cerros del Peñón (2.754 m.) y del Gallo (2.919 m.), y algo después la dejamos para tomar una vereda a la derecha. La bajada ahora va por una cresta paralela a la carretera, en un principio poco definida entre retamas y genistas (bolinas se les llama por la zona) y al final cae ya pronunciadamente hacia un barranquillo. Subimos por él junto a un morero y a unos metros de este gira a la derecha y le cruza encima la carretera.

En este punto tenemos cercana a la izquierda la población de Cádiar, merece la pena seguir la pista y luego la acequia de los Lobreros para entrar en el pueblo, pasear por el barrio bajo y visitar el molino de harina aún en funcionamiento de Domingo.

6ª Jornada: Cádiar- Jorayrátar.

El recorrido de esta jornada transcurre por una antigua Cañada Real. Es apta también para realizarla en bicicleta de montaña, aunque hay un fuerte desnivel de 150 metros cuando se abandona la rambla por la que discurre mayoritariamente este camino. Una rambla que muestra un paisaje más erosionado, con cárcavas producidas por el agua y el aire. En ella predomina el sauzgatillo, un arbusto que tiene una preciosa floración lila. Y la garbancera, en menos cantidad y con una espectacular floración de color amarillo-dorado algo más temprana que la anterior.

Se parte en el kilómetro 53’2 de la carretera A-348 entre Cádiar (a 1 Km) y la Alquería de Morayma (a 1’3 Km) y cuando cruza la rambla del Porcel, seguimos en dirección este por una pista que nos lleva a la Venta de Cuatro Caminos (de la que solo quedan unas ruinas a ambos lados del sendero). Y efectivamente este es un cruce de caminos. Ya que a la derecha sale el PR-32 “Sendero Contraviesa”, a la izquierda el PR-25 “Sendero Cádiar – Mecina”, detrás dejamos Cádiar y enfrente comienza la Rambla del Repeníl, por la que bajaremos siguiendo la dirección de Jorayrátar.

Por la rambla veremos primero un cortijo rodeado de olivos e higueras. Más abajo, cuando la rambla se abre, dejamos a la derecha el cortijo del Higueral. Y así llegamos a un paisaje bastante insólito, que aquí le llaman los Tajos, coronados por el cerro del Convento. Al salir de estos sedimentos tan cortadas, nos encontramos a la derecha el cortijo de la Noria, con toda su entrada empedrada como si fuera una era y un pozo donde estaba situada antiguamente su noria. Detrás del cortijo hay una vereda que comunica con el cortijo de los Cipreses (por donde pasa un camino que también lleva a Jorayrátar).

Al seguir bajando por la rambla enseguida nos encontramos con una fuente y enfrente el cortijo de la Virgen. Desde aquí continuamos solo un kilómetro más por su cauce. Después de pasar por unos hermosos chopos la dejamos y tomamos una pista que sube a la derecha.

(Si siguiéramos por la rambla un poco más abajo de este punto aparece un dique y debajo el cortijo de la Huerta de los Naranjos. Y efectivamente por los alrededores de la rambla hemos ido viendo huertas y entre ellas naranjos, que en esta zona más cálida se dan bien. Esta rambla, más adelante, se junta con el río Yátor y es un posible camino para dirigirse andando a este pueblo.)

La pista, subiendo por la cuesta Juan Alonso, rápidamente coge altura y se convierte en un mirador excelente desde donde se divisa la cara sur de Sierra Nevada. Dejamos un desvío que sale a la izquierda y que vuelve a bajar a la rambla junto al cortijo Haza Vega. Y seguimos subiendo hasta que en un cruce tomamos a la derecha y nos encontramos en la Hoya, dominada por olivos. Aquí nos juntamos con otra pista que nos bajará hasta la Ramblilla del Agua por la que descendemos solo unos metros y continuamos paralelos a ella por la pista que va ahora a su derecha. A partir de aquí este barranquillo se le llama el Arroyo.

Lo primero que vemos del pueblo son las torres de su ermita y de su iglesia. Jorayrátar significa sierra de montañas, de él merece visitar el museo de costumbres populares y su fuente cercana.

7º Jornada: Jorayrátar – Las Canteras.

De la plaza del barrio bajo de Jorayrátar tomamos el camino del río que sale junto al bar del hogar del pensionista y va bajando entre huertas de frutales. Al poco de salir tenemos que estar atentos porque nos encontramos con una bifurcación. Tomaremos a la izquierda, por una vereda que en un principio irá más llana y va acompañándole una acequia. Desde aquí podremos ver enfrente el pueblo de Mecina Bombarón. Luego ya baja más pronunciadamente, dejando a la derecha un desvío segundario en una de sus curvas, y alcanzamos el arroyo de Jorayrátar. De él, pero algo más arriba, recoge el agua potable Jorayrátar. Atravesamos un bonito vergel que rodea el arroyo para subir enfrente entre unas chumberas y alcanzar la cresta. Aquí cruza por debajo de una acequia que va sujetada por un arco de piedra. Ya comienza una bajada que es bastante transitada por burros y mulos, cubierta por numerosos algarrobos que predominan en este clima ya más cálido. Así alcanzamos el río cuando llegamos al molino altero. Es habitual cuando la gente es mayor, que se le llame con el apelativo de “Tío”. Por eso, este primer molino se le conoce también con el nombre del Molino del tío José (o de la tía Amalia).

Ya en el río, en la otra ladera vemos el camino que se utilizaba para ir andando a Yégen. La vereda sube por el barranco situado enfrente, luego esta se convierte en una pista y pasa por el Cortijo Colorado Viejo y por unas grandes extensiones de invernaderos. Para la creación de estos invernaderos ilegales van comiéndose las montañas con unos desmontes descomunales. Daños irreversibles para estas sierras alpujarreñas.

Nosotros continuamos por el río, aprovechando estos cauces que tradicionalmente se han utilizado como vías de comunicación entre sus cortijadas. Vemos algunas huertas cercadas con una baja valla colocada para que los jabalises no entren y se coman sus frutos.

La ribera de vegetación que acompaña al río hace que esta zona sea más fresca que sus alrededores, pero en épocas de lluvia no es aconsejable realizar esta jornada, por la acumulación de agua en este trozo del sendero.

En el momento en el que se empieza a abrir el cauce del río nos encontramos a la izquierda las ruinas del Molino del Medio. Detrás de él, hay una vereda que se utilizaba para ir andando a Ugíjar, subía por el barranco del Molino y continuaba por el cortijo Blanquizales. Y a la derecha hay otra vereda que vuelve a Jorayrátar, que sale a la carretera a unos 200 metros del pueblo. Al dar una curva el río en una amplia extensión le desemboca el barranco de los Cerrajones, generalmente sin agua. Algo más abajo dejamos escondido el Molino Hondero. Al molinero se le conocía como “Juan el Tuerto” y por eso nos encontramos en los mapas que aparece con el nombre de “Molino del Tuerto”.

Llegamos a la carretera y la cruzamos para volver al cauce junto al cortijo Río Bajo. En el descenso vamos cruzando de un lado a otro el río, entre taray y adelfas. Vemos a la izquierda un cortijo, el de Federica, con olivos en su parata superior y un hermoso cañaveral en su base. Y arriba el cortijo Lozano, mas habitado, que aprovecha una pequeña acequia que sale del río para subirse el agua con la ayuda de un motor.

A partir de aquí el barranco se nos abre y bajando por este cauce tan ancho llegamos en una de sus curvas pronunciadas a la Venta Pampana. Enfrente desemboca la rambla de Cojáyar. Por ella transcurría el antiguo camino que baja de Murtas, cruza el río y sube detrás de esta encrucijada venta a Ugíjar. En la Venta Pampana vivían cinco familias y tenía una almazara que se llevó la nube del 1975, el agua que bajó por la rambla Cojáyar arrasó con la Venta que se encontraba enfrente. Esta enorme tormenta hizo mucho destrozo en toda esta comarca. Si nos alejamos continuando por el río podemos divisar, mirando hacia atrás, el pueblo de Mecinilla encima de la Rambla. Mecina Tedel es uno de los pueblos más abandonados de la Alpujarra, que como otros se va recuperando lentamente, ubicada entre los pueblos de la sierra de la Contraviesa de Murtas y Cojáyar.

El siguiente molino que nos encontramos es el del Teniente, era molino de harina y aceite y ahora se conserva solo como almazara. El agua le viene del río por un grueso tuvo que pasa por la Venta Pampana y llega encima del molino, aquí la acequia se divide en dos cubos en los cuales se generan la energía que se necesita para impulsar las ruedas de molino que se encuentran debajo.

A partir de aquí el río lleva ya menos agua y el transito por su cauce se hace más cómodo. Nos sorprende de pronto ver una gran cortijada de casas habitadas, Los Montoros, situada sobre la pendiente de la montaña escalonada, hasta tocar el río. Tenemos que torcer a la izquierda para subir al pueblo, nos repondremos a la sombra de sus granados, y enfrente a la derecha dejaremos el cortijo de las Tabalinas, una maravilla. Seguimos por el cañaveral del cauce, a él le acompaña algunas huertas, olivos, chopos. Es normal que salgan de estos últimos palomas torcaces.

Lo primero que vemos antes de llegar a las cortijadas de Las Canteras es un cortijo rodeado de naranjos y olivos situado sobre un montículo. Es de dos plantas y con los tejados de teja. Como aquí la construcción de los techos es plana y con la launa encima, los cortijos de teja eran de los más adineraros. En este punto desemboca el río Yátor por el que veníamos en el río de Ugíjar que baja a la izquierda. El cauce de este río se utilizaba para subir a Ugíjar. Nosotros seguiremos 20 minutos su cauce para llegar a Las Canteras. Pasamos por debajo de un puentecillo en forma de presa que sirve para medir en este punto el caudal de agua que lleva. Dejamos el río cuando nos encontramos a nuestra izquierda un camino cementado, subimos por él, desembocando en un carril, que a la derecha va a Ugíjar y a la izquierda nos lleva a Las Canteras. Su plaza es una era (con un excelente mirador), sus casas están rodeadas de frutales: melocotones, membrillos, moreros. Mientras pasamos por sus calles nos vamos encontrando fuentes que seguro nos refrescarán.

8ª Jornada: Las Canteras – Alcolea.

Las Canteras – Darrícal.

Desde la entrada de la población de las Canteras descendemos por unapista cementada al río Ugíjar, por él bajamos y se encuentra con el río Yátor. Aquí el barranco es bastante abierto y nos asombra como va vadeando las montañas y formando unos hermosos tajos en sus laderas. A la izquierda vemos el cortijo Palomas y mas abajo, después de una de las curvas que hace el río, en la ladera derecha se insinúa una vereda que llega a unos pinos donde se sitúa otro cortijo.

Los tajos ya llegan hasta la orilla del río. Caen unas enormes paredes a nuestra izquierda, que dejamos cuando nos encontramos con el Dique. Tras cruzarlo llegamos a unos huertos y olivares y pasamos un cañizo, así alcanzamos el río Darrícal justo cuando este se junta con el río por el que nosotros bajamos. Unos pocos kilómetros más abajo este río llega al pantano de Benínar, nombre del pueblo que inundó el propio pantano.

Cruzamos el río, ya en la provincia de Almería, y por su margen izquierdo descendemos cómodamente a Darrícal. Llegamos primero a su lavadero, ya en desuso como alguna de sus casas. Al lado sus escuelas están cerradas. Porque su población es de gente mayor. En lo que era la casa de los maestros está ahora el consultorio, y encima la iglesia, junto a una almazara abandonada y a una plaza con una fuente de dos caños.

Las Canteras – Lucainena. Describiremos este camino como una alternativa más. Como una posibilidad de P.R. (sin pasar por Darrícal y ahorrándose el tramo de carretera de Darrícal a Lucainena).

La población de Las Canteras iban antiguamente andando a Lucainena especialmente cuando había fiestas en este pueblo, en S. Marcos y Sto Cristo.

En la entrada del pueblo de Las Canteras, donde está el camino que lleva a Ugíjar, encontramos a la derecha una pista cementada que nos baja al río y que pasa por la esquina de uno de los invernaderos de los que se están implantando en la vega de Las Canteras. Cruzamos el río y descendemos un pequeño trozo entre cañas y huertas, hasta que tras pasar unos naranjos y olivos tomamos un carril que sale a la izquierda perpendicular al río. Este bordea el Molino de las Calzadillas, que se usaba para moler los cereales y la aceituna (molino de aceite y de harina). Detrás de él hay una bifurcación de la pista que tomamos a la izquierda. Desde aquí se ven las ruinas de lo que era la Noria. Esta noria subía el agua a lo que ahora es un secano de cereales y alcaparras. Encima se ve un enorme desmonte del cerro. Continuamos por la pista siempre rectos, sin tomar los desvíos que salen de ella, hasta que esta termina en un barranco. Allí tomamos a la izquierda para subir enfrente entre dos barranquillos, por su cresta.

Paisaje impresionante, de secano. Algunos almendros y olivos van por el barranco para aprovechar sus escasas aguas, lo demás es esparto, romero y bolinas, y destaca el verdor de las alcaparras. La vereda llega a un barranquillo con tres olivos y lo cruza. Aquí podemos ver un verdadero pequeño ejemplo para retener la erosión de estos barrancos: con sus pequeños muros de piedra y encima sus frutales.

Alcanzamos ya una zona de almendros y llegamos a la cresta. Desde aquí Lucainena nos besa. Nos dirigimos a la derecha para caer a la vertiente de Lucainena y bajar en grandes zigzag hasta la chopera. Seguimos la pista a la izquierda hasta que cruza el río algo mas arriba y así llegamos al pueblo.


Pequeños Recorridos

Los P.R. son senderos de Pequeños Recorrido marcados con una franja blanca y debajo de esta otra amarilla. Esta señal significa continuidad del sendero. Y los S.L. son Senderos Locales.

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En la Alpujarra encontramos los siguientes P.R.:

  1. Desde la Alquería de Morayma:
    1. P.R. 32 – La Contraviesa
    2. P.R. 25 – Camino Mecina
  2. Desde la Alpujarra de la Sierra (Información Ayuntamiento Alpujarra de la Sierra 958 851 001):
    1. P.R. Las Acequias (Mecina Bombarón). Distancia: 7,5 Km.
    2. P.R. La Salud (Yegen). Distancia: 3,6 Km.
    3. P.R. Las Encinas (Mecina Bombarón a Yegen). Distancia: 6,8 Km. (Pendiente de señalización)
    4. S.L. Gerald Brenan (Yegen). Distancia: 2 Km.
  3. Desde Válor (Información Ayuntamiento de Válor, 958 851812)
    1. S.L. los Castaños (Camino de la Sierra).
    2. S.L. del Agua (de Válor a Nechite).
    3. S.L. de Launa (al sureste de Válor).
  4. Por la Tahá (Información Ayuntamiento de Busquístar 958 857438):
    1. Recorriendo los pequeños pueblos de la Tahá. Duración 3h. Es un sendero circular que se puede empezar de cualquiera de los pueblos del recorrido : Busquístar, Ferreirola, Fondales, Mecinilla, Mecina, Ferreirola, Atalbeitar, Busquístar.
    2. Cruzando el río Trevélez por las Carihuelas. Duración 3,5h. Sale de Busquístar, rió Trevélez, Venta del Relleno, Hoya del Megaline, El Castillejo, río Trevélez, Busquístar.
    3. Por el noreste de la Tahá. Duración 4h. Sale de Pórtugos, sube al área recreativa del río Bermejo y baja a Capilerilla para volver a Pórtugos.
  5. Desde Nevada (Información Ayuntamiento de Nevada 958 760 007 – 958 760 160):
    1. Sendero de los Castaños. Duración 3h. Sale de Laroles y hace un bucle con el GR-7 tras cruzar el río Laroles y bajar junto a la Acequia Real.
  6. Desde Laujar de Andarax (Información Ayuntamiento de Laujar 950 113 103). Descargar Senderos en Laujar de Andarax
    1. Senda de Monterrey. Duración 2h. Sale de la adecuación recreativa “El Nacimiento” para subir hasta el vivero de Monterrey. Distancia: 2,5km.
    2. Senda de la hidroeléctrica. Duración 2,5h. Sale de la Presa “La Murilla”. Distancia 3,7km.
    3. Senda del Aguadero. Duración 4h. Desde el Cortijo de Chillo al barranco del Aguadero. Distancia: 5,5km. Descargar Senda del Aguadero
  7. Por el Valle del Poqueira (Información AMA 958 026 000): Ocho itinerarios que recorren este impresionante valle. No están marcados como los pequeños senderos sino que cada ruta viene señalada con un color:
    1. Pampaneira, Bubión, Capilerilla, Puente del Molino, Haza Polvo, Pampaneira. 6km, 3h. Color azul
    2. Capileira, Puente Chiscar, Cuminera, Puente del Molino, Capileira. 4km, 2h. Color naranja
    3. Capileira, La Cebadilla, La Isla, Las Tomas, Acequia Baja, Acequia Alta, Capileira. 19km, 7,5h. Color amarillo
    4. Capileira, La Cebadilla, Haza Llana, Puente Buchite, Capileira. 8km, 3,5h. Color rojo
    5. Capileira, La Cebadilla, Puente del Toril, Las Mergas, Acequia del Castillejo, Acequia Nueva, Puente Chiscar, Capileira. 23 Km., 8h. Color morado
    6. Bubión, La Cebadilla, Acequia Nueva, Barranco de las Rosas, Puente Molino, Bubión. 14km, 4,5 h. color celeste
    7. La Cebadilla, La Isla, Las Tomas, Fuente La Raja, Loma Púa, Puente Toril, La Cebadilla. 14km, 5,5h. Color azul cielo.
    8. Capileira, La Cebadilla, La Isla, Fuente La Raja, Loma Púa, Acequia Nueva, Haza Llana, Puente Buchite, Capileira. 23km, 8h. Color verde.

Ruta del Estraperlo

Cada año, desde el centro agroturístico Alquería de Morayma al caer la primavera, se realiza esta excursión, desde la Alpujarra al Marquesado, que va recorriendo las antiguas rutas de los marchantes y estraperlistas de posguerra.

La ruta va desde la propia Alquería de Morayma,en la localidad de Cádiar, y cruzando Sierra Nevada, hasta Lanteira, en el Marquesado.

En la posguerra civil existía un mercado ilegal, creado por la necesidad de alimentarse, basado en el trueque: Era el estraperlo.

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Era en esta época del estraperlo cuando traían a estas montañas, en mulo o andando, pescado o naranjas de la costa, que aquí por la altitud no se obtenían. Al llegar los marchantes, iban los niños corriendo con las manos llenas de patatas que les daban sus madres y volvían con la misma cantidad de naranjas. Las patatas de la sierra eran muy buenas y la fruta no se valoraba. Lo que se necesitaba era “comer”. Estos muleros se dedicaban a intercambiar géneros que abundaban en una región por otros que escaseaban en esa, pero que frecuentaban en otras zonas. Era la época en la que se iba a la tienda a comprar con el monedero lleno de habichuelas.

Además del intercambio Costa-Alpujarra, había un buen mercado y un gran tránsito de la Alpujarra al Marquesado. Para ello tenían que cruzar Sierra Nevada. El paso que actualmente es el mas conocido y tiene mas circulación por su carretera asfaltada, es el Puerto de la Ragüa, que une Ugíjar-Laroles y sus pueblos del alrededor con Aldeire-Lacalahorra. El que vamos a realizar con esta ruta se le conoce como “el Puerto”, está mas al oeste y es mas alto 2.625 m. (650 m. mas que el de la Ragüa) y une Cádiar-Bérchules con Lanteira-Jerez del Marquesado. Su altura lo hace mas peligroso. Por eso si el tiempo era muy frío o metidos mas en el invierno se utilizaba, aunque estuviera mas lejos de esta zona, el puerto de la “Peza Almena” o puerto de la Ragüa.

El camino era difícil. Por ello también, la mujer de Antonio Castillo Martín <<el de los salvoricos>>, cada vez que su marido, como tratante de ganado que era, cruzaba el Puerto con las ovejas o las vacas, llevaba un litro de aceite con una mariposa, para encomendarse a las ánimas de la “Ermita de las Ánimas” de Alcútar (Ermita por la que pasaremos en la excursión). Y no se preocupaba sin motivo. Todavía quedan y las veremos por el camino, dos cruces de arrieros que al intentar cruzar el Puerto perecieron. (José “el Che”, pescadero de la Rábita, se heló, su mula se la encontraron que se había comido sus aparejos. Lo mismo le ocurrió al padre e hijo que se les conocía como los “mellizos” cuando intentaban cruzar el puerto).

Antonio Castillo <<salvorico>> iba comprando ganado de los cortijos de los alrededores de la Alquería de Morayma, Alcutar y Bérchules principalmente, reuniéndolo primero en su corral y mas tarde cuando ya no cabían, en la plaza del pueblo de Alcutar, para salir, cruzando la sierra por el Puerto, a las ferias de ganado. En septiembre iban con terneros, vacas u ovejas a las ferias de Baza, Vélez Rubio, Caniles y Puerto Lumbreras y volvían con caballos, yeguas y burros para las ferias en octubre de Cádiar, Ugíjar, Pórtugos, Trevélez y Órgiva, o para venderlos por los cortijos de la Contraviesa. Según Antonio <<salvorico>>, “estos eran la mayoría de buena raza”. Al igual que él había otros marchantes como José Zapata, Ángel Romera, José Bailaor, Juan Forestal, Frasquito el de la abuela, Juanito Moreno, Rafalico, etc. que cruzaban también el Puerto y andaban con peones que les ayudaban a conducir el ganado. Muchas veces iban juntos, pero cada uno tenía su ganado.

Otros intercambiaban alimentos. Desde aquí, desde la Alquería de Morayma y Cádiar, llevaban vino y aceite metido en su “pellejo” o higos, y de los Bérchules papas de siembra y habichuelas fundamentalmente. Volvían con cereales del Marquesado, lo molían aquí en la Alpujarra e iban pasando por los cortijos para vender su harina.

Ángel de Lanteira conocía bien los caminos como para no tropezarse con la Guardia Civil. Otros que si se la encontraron le entregaron su carga con tal de que no los denunciase. Con los que si se tropezó un día que cruzaba el Puerto fue con los bandoleros “la gente perdida de la sierra”. Se le ocurrió contar su incidente cuando llegó a Bérchules y se dio cuenta en la posada de Bérchules que ya lo sabia todo el pueblo. Regreso a Lanteira asustado y escondido y no volvió a cruzar el Puerto hasta pasado diez meses por miedo a las represalias por haber llegado a comentar que los había visto. Antonio de Alcutar se los encontró también camino de la sierra de Bérchules en el año 1944, les dio el dinero y le dejaron marchar. Asustado volvió por Granada.

Desde la Alquería cada año recorremos esta ruta, que tuvo su máximo auge desde los años 40 a los 60, ahora, justo cuando el deshielo de la nieve facilita el poder cruzar la sierra y cuando la Alpujarra y el Marquesado están en su máximo esplendor primaveral. Un sábado del mes de mayo salimos del alojamiento de la Alquería de Morayma a Cádiar, Narila, Alcútar, los Bérchules y tras cruzar la sierra llegaremos a Lanteira.

LA RUTA

“DE LA ALPUJARRA AL MARQUESADO”

Salimos temprano de la Alquería y a los cinco minutos ya nos encontramos en el río Guadalfeo. La ruta sigue su valle hasta su nacimiento. La vereda va recorriendo bancales, huertas, acequias y frutales, y nos conduce en un principio a los pueblos de Cádiar y Narila. Pasado este, cruzamos el actualmente caudaloso río Guadalfeo y por una empinada cuesta subimos a Alcútar y a los Bérchules. Una vez recorrido este pueblo, tomamos la vereda que sale junto a un lavadero enfrente de una fuente. Suavemente llegamos a las ruinas árabes situadas en la Junta de los Ríos. Allí se quedan atrás huertas y frutales y por un camino más pizarroso, entre encinas y pinos, llegamos, inesperadamente para estas alturas, a los cortijos habitados de Las Cabañuelas. Al seguir subiendo, cruzamos la pista forestal de la Sierra y atravesamos varias masas de repoblación forestal. Pinares grandes con ramas dobladas, por la cantidad de nieve de estos inviernos. Dejamos ya los piornos en flor, las rascaviejas y nos adentramos por una vereda, que va pasando por varios arroyos y por el cortijo de los Pastores y caminamos sobre unos tajos (la Piedra de los Pájaros), al nacimiento del río Grande de los Bérchules. Y desde allí, ya por un valle mas abierto, en forma de “U”, al Puerto , desde donde ya se divisa todo el Marquesado.

Desde el collado, aunque se podría bajar por la loma de los Cucones (que divide el término de Jérez del Marquesado con Lanteira) hasta el collado de las Conejeras, para desde allí llegar por el río del Pueblo hasta el molino de la Teresica y a Lanteira, nosotros tomamos la margen derecha. Al empezar el sendero nos encontramos en seguida con una fuente, bajamos por el Manforte, una empinada vereda que discurre por un pedregal y llegamos a la antigua Venta, hoy refugio para pastores. Cerca está el Posterillo al que llega una pista que seguimos hasta el collado del Peñón. Desde aquí ya por veredas, entre pinar y encinar, bajamos a Lanteira.